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-153-

,·tta:i·se de sus máximas, que lo son ele amor

á

todos los hom–

bres, a un enemigos; el desprendimiento de las cosas te rre·

nas; de rnodestia y humild ad cristianas, que lejos ele sobre–

ponerse á los d emas, y di sputal'les ¡weeminencias, se acomo–

dan fácilmente á todas las condiciones, sin descender nunca

á

la bajeza ; y para decirlo todo de una vez, llenarse hasta

la hartura del espíritu de Jesucristo en menosprecio de la

C uria, que p redicando el desapago de las cosas de acá,

y

haciendo ostentacioo de hHmildad, acumula bienes terrenos,

y

pretende los primeros asientos en las sinagogas. Huyan

los párrocos de semejante espíritu, y d e las fuentes e n que·

se brinda copiosamente.

3li> .

!2,•

Versa1·se en alguna de las ciencias natu1·ales.

Désearamos que fuera de esta instruccion, que es la prin–

cipal

y

de oficio en los párrocos, ·se versáran e n el estudio

de algunas ciencias naturales. La i1atura leza es tan pura

y

ta n sencilla; fuera de ser bella, q ue no puede méños de co–

municar sus propiedades á qui e nes le hacen compañia. Y

como una g ran parte de los errores

y

estra víos

~le

.la

C uria,

ha tenido su oríj en en el estravagante emp eño ele arrancar

al hombre d el lugar e n que le· colocó su divino Hacedor,

y

como si clijeramos, de d esna turalizarle, llevándole rrl campo

de las abstracciones; conviene apartar al p á rroco de esos

peligros, y destinarle á pasar una parte de su tiempo c011 la

naturaleza,

ó

e ntFe los á rboles

y

p lantas, á vista d el eiela.

33. 3.•

Ser

JWaest,·os

de

Escuelct.

Hai una ocupacion mui dig na de los párrocos·,

y

q"ue se

hace pa ra ellas indis pe nsable en aquell os lugares,.d onde no

hai maestros de escuela,

o

no son como debieran. Un maes–

tro de escuela es á los ojos d e

)a;

humanidad,. uno de los seres

mas benéficos

q.ue

existen sobre la; tierra,

y

cuyos trabajos

son de infinita esten sion y trascencleBcia. U n maestre de

escuela arranca á sus diseípu los del estado salvaj.e

y

ele bar–

barie, para introducirlos á la so'ciedad, cuyas p uertas les

abre.

Jnú

ti les se1•ían las tareas de los escritores, perdido su

tra bajo, sin fr uto su s sudores, y en vano acumulados tantos

libros .en numerosas bibliotecas, si el maertro de escuela

no

~o

..