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-11·3 -

19.

Aun fuera del caiwn lateranense, el¡;itrrooo es el único

sacerdote propio.

Salgamos del cánon para averiguar, si alguu otro past?·r,

que no sea el pii.rroco, merece llamarse sacerdote propio.

Dijimos ya, que el sacerdote propio de un pueblo cristiano

era aq uel que se hallaba á su frente, y á quien incumbía el

desempeño de todas las funciones que había de ejercer para

el buen cuidado de ese pueblo, ó para apacentar ese reba–

ño. E l sacerdote propio es el que se halla obligado

á

desem–

peñar esas func ion es,

y á

p •·oporcionar el pasto; de donde

nace su derecho de escluir á los que quisieran facilitarlo sin

su anuencia, y el cargo que se le podría hacer en caso de

ser neglijente. Preguntemos: ¿habría razon para reconvenir

al obispo, porque no administraba en las parroquias de sus

diócesis el sacramento del bautismo

y

de la extremauncion,

ó en otros términos, estaría obligado

á

administrar estos sa–

cramentos, aun hablá ndose únicamente de las parroquias de

la capital e n que reside? .Cuando el Concilio Tridentino ex–

citaba el celo de los obispos en esta materia, se limitaba á

enca•·garles, que diviJiesen en parroquias sus diocesis, po–

niendo párrocos perpetuos,

á

quienes, sin que fuese menes–

ter aíiadir una palabra, correspondía de oficio praveev á las

11ecesidades de sus ovejas, como su pasto·r j.nmediato

y

sa–

cerdote propio.

¿Se

diri't, que aunq,ue el obispo no tenga ta.L obligacion, le

cumple el dereeho Je hacerlo cuando

gustáre~

Pero, fuera

de que

es~o

serí_a suponer lo mismo

qu~

se. dispHta, el sace:–

dote propi'o esta puesto e¡¡, la paraoqllla para cumphr obli–

gaciones; y la palabra

de1·eclws

no es la prime!'a que ha de

pronunciarse en la Iglesia cristiana,

~0.

La autoridad de los párrocos no mengua la de los·

obisJ?os.

ada tiene•·; qne en" idiar los obispos

á·

los párroc0s en

pun to de autoridad. ColocaJos están en esfera superior pa–

ra vijilarlos; para prescribirles reg1as á que deban cont(n··

marse; para suplir sus defectos y correjir sus excesos; para

visitados oportunamente y pedirles cuenta de su nlinistei>Ío;·