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p untos que ocurrían. Entre los cánones del Concil io 4. o de
Cartago se leen los siguientes-''no juzgue el obispo sin la
presencia de sus cl érig os; de otra suerte será írrita la sen–
tencia d el obispo, si no es confirmada por la presencia de
los clérigos"-"será ír rith la donacion , venta
ó
conmutacion
que h aga el obispo de las cosas eclesiásticas, sin el consen –
timiento
y
la súscripcion de los clérigos."
L os que quieran interpretar la ,conducta de los obispos
como un acto voluntario de asociarse al clero para delib e–
rar
y
resolver, les dirémos, que
a
mas de la obligacion q ue
les cumple de probar su intento, los pasajes se exp lican unos
á
otros suficientemente: que la práctica de las Iglesias acre–
ditaba, que no era acto voluntario, sino costumbre corriente ·
y
de antemano introducida, con la cual debían conformarse
los obispos: que así lo indica manifiestamente el modo de ·
esp1:esarse San C ipriano-
"nada p ude contestar por mí so–
lo: no me atrevo á resolver por mí solo en un asunto q ue es
de todos: el honor que mútuamente nos debemos, exij e trq–
tar las materias en comun;"
y
que el citado P a dre no solo·
empleaba este lenguaj e res pecto del clero de su Iglesia, si–
no lo que es mas notable, res pecto del clero de la Iglesia ro–
mana, a l cual reconocía por compañero del Pontífice en la
admini stracion de su Iglesia-ole,·o
tecum ¡n·residenti.
6.
Tenictn parte en la onlenacion de ot?·os p resbite1·os,
y
en
la •·econciliacion de los penitentes.
Si multiplicamos los casos
y
de'scendemos á particularida–
des, se reconocerá mej or la importanci a del presbitera do.
E l citado Concilio de Cartago previene en su can. 3.
0
que
" en la ord enac ion del presbítero, cuando el obispo pone su
man o sobre la cabeza del ordenando, la p ongan tambien los
presbíteros que se halla n presentes." A hora mismo está dis–
p uesto en el P ontifical R omano, q,ue "al tiempo de imponer
sus manos el obispo sobre la cabeza del q ue h a de ordenar–
se de presbítero, lo hagan tambien los sacerdotes presentes,
de los cuales tres
ó
mas tengan casulla,
ó
por lo ménos esto–
la;
y
que despues el obispo
y
los sacerdotes estiendan Ciida
eual su mano derech a so.bre los orclenandos, al tiempo en
que aquel recita una oracion."
Tenían parte tal\1bien los pre.sbíteros en la reconciliacion