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rosamente y como
á
h erma nos. :Muí prolijo seria consid erat
las razones que se alegan en la Curia R omana, pa ra
funda~:
la preferencia de los Cardenales sobre los Obispos. Los
lectores pueden rej is trar, la obra, donde h a blamos deteni da–
mente: baste lo dicho al obj eto que nos hemos propuesto
en el Compendio.
1
49.
Los Legados ltumillaban ct los Obispos,
y
pesnban so –
b·re las I g lesias.
En la época de G regario VII, es decir, cuando se h alla–
ban reinando las falsas decretales, se empleaba á prop ósito
de L egados un lenguaje, que apenas supondría que hubiese
obispos propios en las Iglesias,
á
d onde el Soberano autó–
crata enviaba sus vice-jerentes. "No pudiendo el Goberna–
dor y Rector el e la I glesia Romana, decia ese Papa, hacerlo
todo personalmente, tiene c¡u_e practicarlo p or medio de Le–
gados, pa ra que anuncien en todas las I glesias consejos salu–
dables y costumbres honestas, y las instruyan en la doctrina
apostólica,
y
en cuanto convenga
á
la sagrada religion."
¿Quién oyese.hablar así, pensaría que h abía obispos en las
Iglesias? Lo ad vertiría
despue~,
cuando viesen lo que ha–
cian los Legados. Celebraban Co ncilios; se mezclaban en la
eleccion de los obispos; de poniau
á
éstos y
á
los metropoli–
tanos; su voto equivalía
á
la
sum~
ele todos los otros miem–
bros del Conci lio; y establecían cánones para la observancia
ele la disciplina,
Si pasamos á consid erar los gravámenes que causaban los
Legados en las I g lesias, para sostener el lujo y la pompa
que ostentaban, adver tirán otra vez nuestros lectores, cual
era la humillacion de los obispos. San Ivon de Chartres de–
cía al Papa Pascual II: " los Cardenales que enviais, no pue–
den traer ningun remedio, pues ni miran siquiera lo que ha
de curattse; y por eso mtn-muran ele Vos muchos pastores di–
ciendo, que no intentais la sanidad de vuestros sú bditos, si–
no la vuestra propia, ó la comodidad de los que enviais
á
la–
te,.e.
Sa n Bernardo se expresa así: "acaba de pasar vues–
tro Legado clejamlo feos y h orribles vestigios, y llenando
las Iglesias, no del evangelio sino de sacrilegios. Seculares
y
relijiosos habla n mal de él: lleva consigo los despojos de
las Ig lesias: digo mé nos de lo <)Ue se habl a públicamente.:'