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-116:_.

dad de los obispos. E l Copcilio Ca.rtajinense de 397 pro–

hibió en su CiiU. l Q que " lqs hijos

y

l ~s

hij as de obispos,

y

de

todos lo8 clérigos,

se

casasen con jent;iles ó herejes ó cis–

m~ticos."

Luego

e•~

libre. el matrimonio á los que no eran

hijos de ob ispos ni de. clerigos. E l Concilio de C¡¡,lcedonia

prohibió igualmente en su cán.

14·

á los lectores

y

salmit<ts

el casarse con muj eres de otra secta. L uego podían casar–

se los que no eran salm'itas ni lectores. P rohibía allí mis–

mo á las mujeres, casarse con herejes, judíos ó paganos; lo

que es acr editar de nuevo, que

semej~nte

p rohibicion no se

hacia á los iLombres, en quienes sup01¡ian sin d uda los Pa–

.dres, que (uvieran mas fortaleza, para no ceder en punto de

religion

á

sus esposas herejes, j udías ó pagar¡as.

Haciéndose ca rgo el Padre Sa n A.gustin de

los mat¡-i- ·

·monios de Cfltólicos coll j entiles, observ.a que "en

SI!

tiempo

110

se reputa ban p qr pecaminosos; pues realmente no había

precepto alguno en el nuevo testamento; por donde se creía

que eran lícitos, ó por lo menos, se tenia 'el asunto por du–

doso." La o]iservacion h echa •·especto ele los j en tiles, tiene

mas valor a l tratarse de los herejes, con jos cuales el ma–

¡;rimonio solo tiene impedi¡nento de los que ll aman

impe–

diente¡¡,

mientras que para los primeros es

ai,·imente.

No

es pues tan grave como la Curia piensa esta materia; lo que

bast¡iba para deja¡-la al juicio de Jos obispos en sus respec–

tivas diócesis.

Creemos que el escandalo

y

aborrecimiento con que mira

la

C¡,~ria

los matrimonios mistos, nacen principahnente de lo

mucho que los pastores eclesiásticos se han introducido en

los •wgocios civiles, hasta dar reglas al contrato civil del

matrimonio por

s~r

sacramento;

y

de las espantosas creces

de la intolerancia contra los herejes, como sino fueran hom–

bres, haciendo mérito

y

gloria en persegui rlos hasta exter–

min.arlos. Por tales causas podemos formar juicio del des–

den con que han sido mirados los matrimonios mistos; pero

los obispos americanos se hallan en estado de consid erarlos

ya c\e otra manera. De con tado llamamos su atencion hácia

la intolerancia que se tiene con los protestantes, para per–

mitirles el matrimonio con mujeres católicas, como no suce.

de cuando quieran vivir en.punible ayuntamiento: semejante

conducta es mui monstruosa.