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-117-

4·G.

XIII. La colacion de úenqficios.

Nos escusa de proba r y documentar el derecho d e los

obispos, á propósito de este pun to, la inj enua confesion de

la Cmi a, que por el órgano del Cardenal de L uca sostiene

expresamente, que " por derecho comun, y p ot· el primitivo

uso de la Iglesia, todos los benefi cios, de cua lquier modo y

en cualquier tiempo vaca ntes, pertenecen á

la co lacion de

los obispos,

ú

orclinarios de Jos lugares." Defi end e él mis–

mo, como doctrina corriente de los autores, que "aun en los

casos en que ¡¡e concede al Obispo la provision de los bene–

fic ios en los meses reservados, no procede en virtud del pri–

vi lejio, sino por derecho ordinario, quitándole el obstáculo

que se lo impedía, aunque la moderna fórmula ele los in–

dultos presente dificultades."

A pe. ar de lo dicho, la Curia levanta, como mas no es

posible, la autoridad del R omano P on tífice en materia de

b eneficios, reputando "por razon su voluntad, segun la fra–

se de Fagnano, y todos los beneficios por manuales

~le]

P a–

pa." L a fortuna ha favorecido á la Cmia, desde que la co–

lacion d e benefi cios qu edó separada de

la ordenacion:

porque si hubiem sido absurdo manifiesto soste ner, que al

Romano P ontífice le pertenecía ordenar

á

todos los minis–

tros del santuario, \nra asig narles su con cspondiente bene–

ficio; hecha la se paracion, qued ó

á

la Curia el campo libre

para levantar su voz no ya con ta nto escandalo.

47.

Comp arase la discip lina rtutig ua con la p1·esente,

á

p 1·opósito de lo diclto.

S irve todo lo dicho para acreditar, que antes de las re –

servas desempeñaban los obispos por derecho propio, eso

mismo que despues ha venido á parar en las manos de los

Romanos Pontífices. A tendiendo ahora á la di fe rencia de

la di sciplina en los sig los antig uos y en los posteriores,

¿ha–

cia dond e se inclina el á nimo de los lectores sinceros é im–

pa rciales? Cualquiera que sea la mud anza que se haga, se–

gun la variedad de tie¡npos y lugares, el espíri tu que a nimó

á la Iglesia en su nacimiento, d ebe sc t· el mismo en todos

los tiempos, porque se trata de una institucion de J esqcris-