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e xist.c ncia, clchcn recordm·sc
las primeras costumb res,
b.
primitiva disciplina, que mejor q ue ot ra ni ng una pued e d es–
cubrir el Es píritu Santo d e la Iglesia en sus
instituciones;
y
sobre todo, debe recordarse lo que los a póstoles,
inté r–
p re tes d e la di vina voluntad, esti maron po r ind ispensable
y
necesario para la co nservac ion de la u nid ad, es d ecir,' las
verdades q ue debían creerse,
y
los med ios que h abía n d e
emplea rse para la santificacion de los c t·eyentes-wws
D o-
1tÚnus,
una_.fides,
'l!1Ut?n
baJJfisma .
E mpeñH rse e n que
de –
penda la unidad de la obse rvFtncia de reglas
y
prácticas,
que con el t iempo
se lwn !tecito
genera les, se t·ia proba r el
mérito y la j usticia d e una ca usa, por h aber sid o
feli z en
a lca nza r resul tad os, aunque se le d isputase el d er echo d e
haberlos in tentad o;
y
seria a brir una a ncha puerta, para t o–
mar e l camino ele uniforma d o
toc~o,
á
pesar de la difere ncia
de intereses, hasta llegar a l absolutismo, q ue es la unid ad
n1as
::llHeviada.
26.
I>eben respetarse las coslum1n·es de las lp;lesias.
Hablando San .Agustín de la s cost umbres de las Igles ias,
decía que "en e l silencio de la E scritura, d ebian te nerse po r
leyes los usos del pue blo de Dios, ó los estatutos de los ma–
yores;
y
que repro bar unas
costumb 1·cs
po r seguir otras, se–
ria sostener una contienda in term inable." Observaba tam–
b ie n e l Santo Doctor, que seria conducta digna de un cris –
tiano, segnir la
práctica
de la. Iglesia e n q ue se encuentra;
se molestaba de que hu biese cristi a nos tan t enaces
y
ta n
p romoved ores de cuestiones litijiosas, c¡ue no tenían por
bueno sino lo que ellos hacían, sin embat·g o d e no pode rse
a legar
la
autoridad de la Sag rada Escritum, ni la trad icion
d e la Ig lesia, ni interesarse en ello la correccio n d e las cos–
tumbres; y sienta por máxima que ''debía rep utarse por in–
d ife rente, y g ua rda rse, por consi,lcra cio n á aq ncll os e n cu –
)'a sociedad se \·i\·e, cuanto no sea contrario
á
la
fé,
ó
:í
las
buenas costumbres. IIaciéndose cargo Sa n Am brosio d e
una p ráctica de sn Ig lesia,
y
de qnc ella no se obscnaba en
la de H oma, dccia
francan1entc
que "é: l no intentaba re–
prenclcr
:'Í
o tros, sino recomenda r
~ o
que
SP
hac ia e n s u
lg lcsia;y qnc aunq ue desea ba scgni r en todo
á
la d e Roma, no
se o h·idabn, de qnc como honlin·e po d ía d isting uir lo
c¡_uc