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[7]

Arzobispos fuesen confirmados por el Pupu, loq'

~e

extendió

co11

el tiempo

6.

los Obispos infcriorcsj pero 1\lnsdeu le contradice ha.

ciendo ver, que mucho despues de esa época se nombraban

y

con.

!'fngrnbnn los Obispos, así l\letropolitonos como sufragáneos, sin

dar aviso al Romano PontHice ni esperar su aprobacion, como se

coligedemuchosdíplomascn que se habla de Obispos electos

y

consnr~:dl~~~!:n

11

o~

1

~~~t~fic~:~:,~~?~ron

menos celo

por

el

exac-

to cumplimiento de los Cánones en favor de

los .i\letropolitanos.

Inocencio 1.

0

propuso el Cánon de Nicéa como regla que debían

observar los Obispos Católicos (G). Omitimos de

intento otros

muchos testimonios que nos han dejado sus sucesores reconocien–

do

á

porfia como indubitable

y

sabida de todos la disciplina de

que hablamos,

y

exhortnndo en virtud de su oficio Pastoral

á

con–

fOrmarse con ella: despues hemosde tener ocasion de citar algu–

nos pasajes oportunos,

y

desde ahora vamos á alegar los de aque.

!los Pontífices que enumera la Curia entre sus coriféos. El Cón–

de Roberto habia nombrado un sugeto para el Obispado de

Mal–

tu.,

y

rogó

á

Gregario

7.

0

que le consagrase: se rcsisti6 el Pon–

tífice, si antes no se examinaba diligentemente, que

In

consagra–

cien del Obispode

~lultn

no pertenecía de justicia al l\1etropolitn–

no de Regio.

La Jglesia de Pnris

pidió

al Papa Pnscual

2?

que

consagrase

á

su Obispo electo, quien presentando los testimonios

del Arzobispo deSt:ns que cm ol.i\Cetropolitnno,

y de

los sufragá.

neos, accedió el Pontífice;

y

:sin embargo de que habia constancia

de la voluntad

y

consentimiento del Arzobispo, protestó que por

aquel acto no intentaba menguar

el

derecho dell\lctropolitano

de

Sens, ni faltar

á

la reverenciaque merecia su persona

(7).

Ino–

ccncio

3.

0

con aprobacion del Concilio

4.

0

de Letran determi–

el modo de evitarque las Sillas Episcopales fuesen ocupadas

por sugetos indignos,

y

para ello encarg6,que aquellos

ú

quienes

pertenecia la confirmucion, examinasen cuidadosamente el pro–

ceso de la eleccion

y

In

persona del elegido, s6 pena entre otras,

de quedar suspendido por una vezde

la

facultad de confirmar

(8).

Segun esto,los Pontífices que mas se distinguieron por el empeño

de extender las prerogntivas de la Santa Sede, respetaron sin em–

bargo los derechos

<le

los Metropolitauos respecto de In consagra.

cionde los Obispos.

Tan arraigada se hallaba esta práctica,

y

tan recomendada

por

su utilidad, que los mismos fabl"icadorcs de falsas Decretales,

no solo no se atrevieron

á

adulterar esta p1Hte de la disciplina, si–

no que sobre ella compusieron sus embustes; como

el

que atribu–

al Papa Aniceto las palabras que se leen en el Cánon 2.

0

dE;

la Distincion 66,donde

~:~e

dice

que el Ap6stol Santiago

el menor