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LosConcordatos son unos pactos celebrados entre los Roma–

nos romHicrs

y

los Gobiernos, para recibiréstos lo que no han

menester,

y

asegurarse aquellos el goce de ciertas pretensiones.

Semejantesconvenios fueron desconocidos de la antigüedad, don–

de por muchos siglos el modo do instituir

á

los Pastores era maa

conveniente, mas popular

y

mns evangélico. Vimos ya q' los de–

rechos del pueblo Ol'istionoestuvieron bien mirados desde la cuna

de la Iglesia; que fueron declarados por los SantosApóstoles, en–

comiados por los Padres, proclamados

é

inculcados por los Con–

cilios, asegurados

y

respetados por los rontífices, y protegido!

por estos mismos contra In inten•encion de las Potestades seculn–

res. Vimos tambicn, que por el inRujo de diferentes causas, su–

fl'ieron variacion; que el miramiento ni pueblo se fué rebajan.

do poco á poco, tenido en menos despucs,

y

perdido hasta el ex–

tremo de repuunse por corruptela su concurrencia, sin que para

nada le valiese In costumiJrc;que el clero fué perdiendo sus dere–

chosy el influjode su representacion; que losObispos mismos de·

jnron de tener las consideraciones de su ro.ngo

1

y

fueron pospues–

tos

á

los Cabildos; que si hubo Papa que dijo

á

los Pn¡tores res.

pecto del

pueblo--docendr1s est poprtlus non set¡uendus,

hubo tam–

hien otroque dijo

á

los Metropolitanos hablando de sus coepísco–

pos-docendi fueranl

non

seque1uli;

y

que por último, la Silla

Apostólica so resen•ó la provi.sion de todns las demas del mundo

cristiano.

Pero quedaba unn. opcrncion principal en el nombramienlo

de losObispos, que bien merecta lus mirndns de Roma. Verifi–

cada la cleccion, era examinada

y

confirmada por el Concilio

Provincial, procediéndose inmedialnmenle á la consngracion del

elegido sin aguardar Bulos de la Santa Sede.

Práctica de mu–

chos siglos, defendida

y

recomendnda por los mismos Romano.1

Pomi6ces, que la tu\'ieron como funcion propia de los l\lctropoli·

tanos

y

demas Obispos comprovincinles.

Pero, quien se resel'\'6

la provision de los Obispndos ¿habría dejado

á

otro la confirma–

cion1 Así pues una sola palabra nada dejó por decir,

y

todos

quedaron excluidos de interveniren algo, sin6 fuese por la auto–

ridAd

y

consentimiento expreso del sucesorde S. Pedro. De,sde

cntónces la reser\'a, sí; la ¡·escn·n sin·i6 de comentario

1\

la

eo~

Jucta laudable de los antiguos Ponlífiecsj

y

asi como la parte ql.\u