Piez.
1.
foh 7 8.
::2dminist racion
'dt
Escusado.
recibidos
á
justificacion,
Ó
hecha
la
prueba,
Ó
en estado de sen–
tencia ; y
el
de los Curas de la Ciudad de Cuenca, que cita
d
R. Obispo, está determinado y execurado
en
vista
á
su favor.
5
20
Los Arrendadores en su Informe contestan igualmen–
te la multitud de pleyros; pero en mucha parte
lo
anibuyen
á
que b.s Iglesias, en cuyo poder hán de parar precisamente los
documenros para aclarar la verdad, no los franquean síncera–
meme y desde
el
principio.
s
2.
r
Sea como quiera de estas especies, que pueden no ser
absolutamente inciertas, sabe
el
Fiscal, por la experiencia que
adquirió en la comision de Escusado, que efectivamente hay
muchos pleytos por las diferentes especies suscitadas en una ma–
teria al parecer nueva; y entiende, que para cortar la mayor par–
te, en caso de continuarse la administracion , sería muy conve–
niente añadir algun4s explicaciones
á
la primera Instruccion, de..
cidiendo por regla general varios pumos, que ha excitado
la
ocurrencia de los casos.
52 2
Todas las cosas no se pudieron tener presentes quan–
'do se formó dicha Instruccion. El Ministro de mas luc s, y de
mejor inrcncion e hombre, y
há
de
ser
precisamente limitado.
El
tiempo y sus variaciones descubren dudas y circunstancias,
que no pueden prevenirse sin el don profético.
5
2.
3
Así , pues , para continuar la administracion, ser.í.a
muy acertado, y así se puede consultar, que conformándose
el
Clero y los Arrendadores, para evitar cabilaciones sobre el dere–
cho adquirido en los pleyros pendientes, se nombrasen Minis–
tros experimentados y zelosos, que arreglasen nueva Instruc–
cion, decidiendo los puntos generales que se controvierten, que
por la mayor parte se reducen
á
anexíones de Iglesias y esencio–
nes;
y en su defecto se podría mandar, que
el
Tribunal de Es–
cusado
se
tubícse todos los dias , para facilitar el despacho , aun–
que fuese con algun aumento de dotacion.
5
24
Lo que
el
Fiscal reconoce con la buena
fi
que debe,
es
la desigualdad inherente
á
la naturaleza del Escusado. En esro
son ciertas las reflexiones del
R.
Obispo; pero debía cambien
confesar, que la desiguald1d dimanada de la naruraleza del pri–
vilegio, no produce medro para oponerse
á
los tÍtulos del Rey,
ni
qLlejarse de su Gobierno. Si aqui valiera la quejJ., mas debía
tenerse del concedente , que del concesionario,
el
qual com6
la
recompensa
que
le
dieron .
.5
2.
5
Es
sin duda cierto
que
no contribuye
el
Clero con
pro-