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Sin embargo, puede
el
Fiscal asegurar que trabajó
in·
finito en arreglar estos puntos de cóngrua , y facilitarlos ; reco...
nacer, y aun formar las liquidaciones .y planes en muchos Expe–
dientes, en que se·omitieron por impericia; absteniéndose de to–
da contradiccion en lo que no fuese muy clara la fa.lra de justi–
cia,
ú
de prueba, por creerlo conforme .á las piadosas intencio..
nes del Rey; y así serán muy raros los Curas que pidieron .cón"'Z
grua, y no fueron consolados.
··
5
1
5
El tono enfático de aquellas
tantas dificultaJes,
que los
Fiscales opondrían, supone á estos como á unos defensores ca;–
bilosos, y apasionados, que abandonando los sentimientos, que
debe inspirarles el honor de su ·minis.terio,
y
la propia concien–
cia, antepondrían sus caprichos,
6
el interés del Erario, al
ali~
vio de unos Curas necesitados é infelices. No alea za
el
Fiscal,
que este modo de juzgar del mas miserable ptÓximo, ánres
de:,:
certificarse de su conducta, sea muy conforme
.á
la moral de
Jesu-Cristo.
516
Finalmente el R. Obispo concluye este punto de .Es–
cus:ldo, representando · los excesos de los subalternos;
el
crecido
número de pleytos, que solo en su Iglesia dice pasan de ciento;
que por su dilacion y costas serán eternos los perjuicios ; que
siempre será perjudicial la adminisrraciog por la desigualdad in,...
herente á la misma gracia; y que así continuará, si no se ·esta–
blece la
ímic~1
contribucion.
5
1
7
Los excesos de los subalternos habrán sido algunos ,
Ó
tal vez
~uchos.
Esta fatalidad sucede en todo gobierno Ecle–
siástico, y Secular. Lo que toca al ministerio superior es dár re–
glas, y tomar las providencias y precauciones que dicta la pru–
dencia humana, para evitar,
Ó
castigar los desórdenes.
s
1
8
Los Ministros del Rey, concurriendo los Eclesiásticos
que ánces se hán citado , contribuyeron á que se
formas~
Instruc–
cion, á que se resolviesen dudas,
y
á que se eligiese un Tribunal
Colegiado Eclesiástico, donde con maduréz , y examen se resol–
viesen estos puntos.
Allí,
pues, tiene el Clero llano el recurso pa–
ra el desagravio; y quando no 'lo consiguiera, que no puede
creerse, no sería culpa del Gobierno, ni de los Ministros seculares.
5
1
9
Es cierto que son muchos los pleytos; pero no son mas
de ciento los de la Iglesia de Cuenca, como refiere
el
R. Obispo,
sin6 treinta y nueve, como consta de la cerrificacion de la Escri–
banía de Cámara del Escusado. De estos, no todos son de gravá–
men perpetuo , ni á instancia de la Iglesia;
y
casi todos
e~tán
, 6
re..
Pleytos
,
y
cr~
cidos derechos.
NO 'fA.
A
el
n.
24
de eJ..
te M emorial queda
sentado lo que düe
el R. Obispo sobre
este particular
:
m
remite
testimonio
alguno en que
lo
apoye
;
pero á im....
tancia de los
Sr~.
Fiscales se hán
pues~
to en Autos los que
se hallan desde e!
n.
2 0 2
á
24I.
El Sr,
Campoma•
nes
lo trata desde¡
el
n.
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Piez.
3_.
fol.
8
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