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blicado la carta particular de Su antid:.td, sino l:.t En.
cíclica
Quanla cura
que habia obtenido el
exequatm·,
y
Jos demas documentos que en semejantes ca os se dau
á
Jos fieles para su instruccion.
Deseando que la apertura <le! Jubileo se hiciera con
la solemnidad cotTcspondicntc, inl"ité al
upremo Go·
bierno
á
que asistiera con este fin
á
la Iglesia Catedral ;
y
acompañé
á
mi oficio de 27 de Agosto varios ejempla–
res del cuaderno que contiene los referidos documentos.
Cuando el
eñor Secretario del Culto recibió mi oficio
declaró que babia padecido equivocacion al decir
qu~
no encontraba inconveniente para que el Jubileo se pu–
blicara;
y
tu>o la bondad de venir
á
mi P alacio Arzo–
bispal para tratar conmigo este a unto. Entonces me
propu e per uadir al señor Secretario del Culto de que
no habia razon para suspender el Jubileo, como él pre–
tendía que se hiciera. Le expuse que la Encíclica
Quan–
ta
cum
babia obtenido
el 1Jase
del Gobierno constituido
en 1865: le manifesté la carta particular de Su Santidad;
y
le di todas las razones que creí suficientes para cou–
vencerle de que no habia ninguna irregularidad en mi
procedimiento.
Inútil fué, sin embargo, toda discusion. El Señor Se–
et·etario del Culto, fi rme en su propósito de que no se
publicase el Jubileo, me pasó oficio en 31 de Agosto, or·
denando que lo su ·pendiera. Por amor
á
la paz,
y
por–
que
siemprc.hetenido como regla de conducta el tran·
sigir todas las cuestiones que se me han promovido, cuan·
do no se comprometían los sngrados derechos de la
Igle. ia, continué por escrito la discusion que se babia
iniciado verbalmente;
y
entretanto dispuse que se sus–
penuiera la lectura ordenada para el Domingo 2 del me,
que acaba de espirar , en las Iglesias parroliJ.nia les
y
regulares de esta Capi tal.