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agradcsco á VE. esta prueba de estimacion hácia el Pre–
lado de la .U.Pquidiócesis. Para
corresponder~
ella de–
bidamente, voy á ocuparme de absolver el informe que
que me ha pedido VE.
En 1 64, Su Santidad el Papa Pio IX, concedió Jubi–
leo á todo el orbe católico por la Encíclica
Quanta cu1·a.
Cuando las Letras apostólicas llegaron á mis manos,
las pasé al Gobierno del General D. Juan Antonio Pe–
zct, y este les puso el
exequatm·
con fecha 21 de Junio
de 1865. Desgraciadamente eu esa época la R epública
se hallaba empeñada en la guerra civil; y no parecién–
dome oportuno el tiempo para la publicacion del Jubi–
leo, porque dh-ididos los ánimos por los intereses de la
política, no podrian los fieles contraerse
á
las prácticas
necesarias para ganar la indulgencia; demoré
la
publi–
cacion de la Enciclica, y elevaba fervientes
y
diarias sú–
plicas al Todopoderoso, para alcanzar de Ella paz tan
necesaria
á
los Estados. Mas como los sucesos no depen·
den de la >oluntad de los hombres sino de los altos de.
signios de la Providencia, con profundo pesar ví que
la
guerra civil duró mucho tiempo;
y
que pasó el año de
1 65, sin que los fieles de esta Arquidiócesis y los de las
Diócesis sufragáneas hubieran aprovechado de las gra–
cias que con paternal solicitud les dispensara Su San–
tidad.
El amor que profeso á la grey que la Divina Provi–
dencia ha puesto bajo mi autoridad,
y
el deseo de tran–
quilizar mi conciencia por haber demorado la publicacion
del Jubileo, me obligaron á recurrir al Sumo Pontífice,
suplicándole me autorizara para celebrar el Jubileo en
este año de 186G;
y
Su Santidad accedió bondadoso á
mis ruegos.
Como no se trataba de conceder nuevo Jubileo, sino
autorizarme para publicar el concedido anteriormente,Su