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Santidad no expidió nuevas LcLras apostólicas, sino que
mcGescribió una carta privada, como lo hace siempre
que los Prelados sujetos
<Í
su autoridad le hablan de
asuntos de conciencia. Si a·si no fuera la Cancillería Pon·
ti ficía habría expedido las Letras apostólicas correspon·
dientes, porque alli jamas se alteran las fórmulas
y
pro·
cedimientos que pot· muchos siglos se han adoptado para
el Gobierno de la Iglesia.
Con esta autorizaeion del Romano Pontífice, me de·
terminé á publicar la Encíclica
Quanta cum
que .va te·
nía el
exequatm·
del Gobierno. Pero queriendo conser·
var siempre la armonía que debe reinar entre los di ver·
sos poderes, encargué préviamente
<Í
mi Pro-secretario,
Dr. D José Santos Chavez, que manifestara al Señor Se·
cretario del Culto mi detcrminacion,
y
le preguntase si
habria inconveniente a!guno para proceder
<Í
publicar
el Jubileo concedido por Su Santidad.
El Señor Secretario del Culto, que comprendía muy
l1ien que el Patronato nacional se ejerce segun las le·
yes civiles por el Jefe del Estado, dijo que trataría
con este acerca del asunto sobre que se le
pregunt2.ba;y
que cuando supiera la disposicion de su ánimo daría
la contestacion que fuera conveniente. Algunos días
despucs de esto díó
la
prometida respuesta, exponiendo
que S. E. el Jefe Supremo no solo no hallaba obstáculo
para la publicacion del Jubileo, sino que vería con pla·
cer que los fieles se dedicasen á las prácticas relígio as
necesarias para alcanzar la indulgencia, y que los fieles
se moralizaran por medio de ella.
Esta contestucion tan conforme al e3píritu de catoli·
cidad, de que había dado pruebas el J efe Supremo, fué
recibido por mi con placer,
y
á mérito de ella procedí á
expedir el Edicto y circular que con fecha 25 de Agos·
to último han visto la luz pública. Con ellos no he pu·