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es el sacrificio de los intereses de unos p.ocos en
obse<1nio de los de todos; es la lilnitacion de los
derechos individuales reclamada por · el estado so.
cial; es una verdadera ley de equilibrio: es en fin
lo que Ct)nstituye el órden püblico.
El siste1na
teocrático anunci&do, tiende
á
sub~
vertir }:Jr completo el órden y el valor de estas
ideas.
Pretende subordinar los derechos y la ac–
cio¿ de la sociedad entera,representada por sus
mandatarios,
á
los derechos y pretensiones de una
fraccion
social~
de la sociedad religiosa, que procede
en nombre de solo un órden de interc•ses
sociales,~de
los
intereses religiosos. El u1ismo
sistema
tiende
á
irnpedir que la sociedad política se g·o–
bierne
á
si n1is1na') para someterla al ünperio de
leyes dictadas por una autoridad extraña. Esto
equiva1e al d.esconocirniento del principio ele la
soberanía del pueblo,
á
la clestruccion de la per–
souaJidad moral de la sociedad, la cual quedaría
sujeta al poder absoluto, irresponsable y por lo
tanto arhitr.ario de los romanos pontífices, que
gobiernan ·en no1nbre ele su propia infalibilidad.
329 .-Los ensayos del sisten1a teocrático han sido
desgraciados. Los encargados de ejecutarlo solo
han dejado sangrientas huellas
á
su paso asi co1no
.el triste y luctuoso recuerdo de horribles estragos
causados por los ciegos ímpetus del fanatistno
religioso.