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Esf.e es, co1no .se

v~,.

un punto a"cerca del cual

hay la mas conipleta uniformidad de pareceres. La

discrepaneia no se conoce. Los gobiernos ofendi–

dos pueden por cortesía

y

cuando la facildad

y

ra–

pidez de las co1nunicaciones lo pernlita, pedir

á

los

soberanos respectivos el retiro de sus agentes di–

plomáticos; pero en casos graves

y

urgentes los des–

piden por si n1isn1os. En todo caso, este es un derecho

propio, inherente

á

la soberanía de cada país

y

ne–

ceBario para conservar el órden, la integridad de

las instituciones

y

la existencia

ha~ional

nlisrna.

Si 1nonseñor M::tttera a1nenazó, pues, el órden y

las instituciones,

ton1a~do

parte en 1nanejos ten–

dentes al desprestig·io de las leyes

y

de las aut0ri–

dades constituidas, fué justa y arreglada

á

los prin–

cipios de derecho internacional, la 1nedida contra él

adoptada.

La Europa acaba de presenciar .dos casos 111 uy

semejantes

á

la expulsion, sin que hasta la

fe–

cha se haya formulado protesta alguna de parte

de

la~

naciones de donde proceden

los ag·entes

diplo1náticos. El Ministro último del Brasil cer–

ca de la corte del Quirinal, sefior Callado, fné

excluido de

la asistencia

á

los ·actos oficiales

de esta por el gobierno

italiano, á consecuen·

cia de haber incurrido en faltas graves en el juego

de azar, en un club de Roma. Esta exclusion que

importaba privar al ministro, de hecho, en el go ce