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de sus prerogativas, fué seguida de su retiro. El
emperado-r de Austria, por su parte, se
ha
negado
á
recibir
y
reconocer en calidad de ministro pleni–
potenciario, al enviado tí.ltimamente por el gobierno
de Jos Estados
U
nidos de Norte-América, señor
Kelley.
Todo esto demuestra que siempre se anteponen
los sagrados
y
permanentes intereses de una nacion
á
las intnunidades de los funcionarios diplo1náticos.
Dichas intnunidades concluyen allí donde principia
.á
amenazarse,
á
la
son1
bra de ellas, la existencia
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la dignidad de un Estado soberano.