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civil en una lucha tan te1neraria co1no estéril para su
causa.
Su muerte dejó
á
la diócesis de Salta en estado
de
sede vacante.
El cabildo eclesiástico respecti–
vo, sin recabar la prévia anuencia del poder civil, lo
deelaró
así~
y
dentro del plazo de los ocho clias tra"–
c.urridos desde la muerte del obispo, procedió
<l
elegir el vicario capitular que debía encargarse de
la goberna(;ion interina de la diócesis, retayendo
el' nombra1niento en el dean de la misn1a iglesia,
doctor clo'n Genaro Feijóo. El vicario nomhrado.
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no solamente se abstuvo de recabar del patrono
la aprobacion difiniti va
de~
no1nbranüento con que
había sido honrado,
sino que al
partid
par al
poder ejecutivo la eleccion recaída en su perso–
na, le n1anifestó que estaba dispuesto
á
seguir
las
luminosas huellas
traza(las por su difunto
obispo.
En presencia .de gen1ejante actitud, que bien po–
día estimarse con1o un reto lanzado
á
la faz clQl
gobierno
nacional~
y
en defensa de
los fueros
y
prerogativas del patronato, desconocidos en la for-.
n1a como el cabildo de Salta hahia e1egid.o aJ vica–
rio capitular, el poder eject tivo contr·stó no apro-
.bando 1a eleccion
recaida en el doctor Fejjóo
y
n1andó se procediera
á
elegir otra per.' ona distinta.
El calJildo se
negó
á
acatar esta res0lncion
y
el
.__eñor Feijóo; de hecho, siguió titulandose vicario