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de neutralizar los n1anclatos de aquellos;
6
lo que
es lo mismo, que la soberanía no residía en la nación
ni era ejercic1a por sus
delegados~
sino que residía
en los nünistros de la Iglesia¡
6
en el sumo pontí-
fice, supremo n1andatario de esta.
·
Entre las dos doetrinas, la del
Syllabus
y la
de la Oonstitucion argentina, -la de las constitu–
ciones políticas modernas podemos
decir~-la
se–
gunda nos parece mas conforme con
los prin–
cipiocs de la sana razon
y
con las exigencias del
6rden social. Con efecto: basta analizar breve–
mente para ello el orígen, la naturaleza
y
los fines
de cada una de estas dos sociedades: la sociedad
política llamada Estado y la sociedad religiosa
llamada Iglesia.
130.-Se ha convertido en axio1na el principio
de que el
h~bre
es esencialn1ente sociable. Los
fines que debe cumplir tienen que ser resultado de
esfuerzos colectivos. Las indi vidnalidades aisladas
son ilnpotentes para desenvolver
y
perfeccionar sus
propias facultades, asi como para satisfacer
prem.io4
sas
y
fundan1entales necesidades r1e su existencia.
En el estado ele socierlacl, al que nos sentilnos in1-
pulsados por fuerzas secretas, sucede toJo
lo con–
trario: las invidnalid.acles se su1nan, los esfuerzos se
n1ultipliean, los elementos destinados
á
Ja satisfac–
cion de toda clase de necesidades adquieren pode–
roso incren1ento, las ideas se con1unican y, pasando