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Vuestro progreso quiere que cada cual piense lo que
quiera, hable como quiera
y
propague lo.s errores
que le plazca.
Y
o digo que eso es sembrar el
mundo de errores, que eso es derratnar la se1nilla.
de la desolacion, de la inmoralidad
y
de la incre–
dulidad; que eso es despojar no solo
á
las genera–
eiones presentes sin6
á
las futuras,
á
niños qne
están por nacer, su herencia ele verdades, su eterna
salvacionj solo por dar gusto á
uno~
cuantos
indi~
viduos, en materia üe libert1d ilünitada y de su–
pren1a indepenüencia.
Yo digo
que soy lillre ele tollo poder civil, que Dios no me
hizo súbdito en la tierra, que uingun rey es mi
soberano, que soy el supremo
j
nez (le las concien–
cias; de la del paisano que cultiva los catnpos, con1o
de la del rey que se sienta en el trono, de lo que
en lo espiritual se hace en las
casa~,
cotno de lo
espiritual que se trate en las legis1 aturas;
el
últin~o
juez en la tie!'ra de lo bueno
y
de lo
·1nalo.
l)
128.-Dcspues de
lo expuesto pregunta1nos:
dentro del órden de las posibilidades ¿cabe una
ar1non1a perfecta, sincera,
leahnente practicada,
entre la Iglesia y el Estauo, tnientras ambos pode·
r es se inspiren en los principios que respectivatnente
dejatnos consignados
y
n~archen
por los senderos
que ellos
le~
tnarcan? Cualquiera co1nposicion que
se haga en tal sentido, si uno de los dos no renuncia
á
las doctrinas fundatnentales
u
e su el'edo, tiene