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dores del ejercicio del patronato nacional.
Tales
son, entre otros, la intervencion del g·obier
en el
non1bran1iento de los n1ie1nbros de los cabildos ecle–
siásticos y ele los curas, la organizacion dada al se–
nado del clero, loB inforn1es que los obispos y otras
autoridades eclesiásticas pasan constante1nente al
gobierno) en ctunplirniento de disposiciones del ór–
den ·civil, y otros n1uchos que seria largo enu1nerar.
Haren1os 1nencion especial de dos sucesos de este
carácter recordados por el señor Zapata en sus no–
tables discursos pronttnciados en el senado) en las
sesiones del año ültiino.
•
. El afío
1877
se trataba de honrar la n1en1oria
del sefíor Rosas por 1nedio de funerales, en una de
las ig·lesias de esta ciudad.
JjJl g·obierno del señor
Casares expidió entonces un decreto cuyo artículo
pertinente dice:
«
P1·ohibense
en su consecuencia
con1o den1ostracion pública, los funerales
á
que se
ha invitado para el dia Martes en el templo de San
Ignacio».
En
1881
se presentó un caso sen1ejante, no cier–
tan1ente por el carácter de las personas cuya 1nen1o–
ria se trataba de honrar) sino por la forma reli–
giosa de la de.mostracion que se trataba de llevar
á
cabo.
El partido vencido en la contienda civil
de
1880
habia convocado al pueblo
á
concurrir
á
los funerales que en la jglesia catedral debían cele-