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cwn,
y
llt·gucn á producir males incalculable ; porque
ese espíritu impide que la Fe se apodere del alma, pre–
cisamente en la edad en c¡ue es más nece aria.
in la
idea de Dios
y
u Pro\ idencia. la virtud
y
la
inocencia
se desvanecen;
y
no setÍan . ino vanidad, y muchísima
vanidad
y
aflicción de espíritu. Sólo Dios, puede resti–
tuir la paz
á
un corazón corrompido por los vicios
y
los
de. órdenes.
Prescindo de los errores fundados en las hipótesis na–
turalistas, por no alargar demasiado este discurso; pero
debe aber ·e que las teorías de Darwín, de la evolución,
selección natural.
&.,
e.,
son pobres concepciones. desti–
tuídas de todo fundamento, absurdas,
y
que no explican
nada.
Debo, eñores, concluir; pero antes, diré dos palabras
acerca ele un g-ran fenómeno acaecido en este siglo: el
E piritismo. Apareció en Estados
nidos el año de
1846;
y
de entonces acá, se ha esparcido por todas partes,
y
hoy, cuenta millones de adeptas. Pero su historia es má
antigua: remonta a l Paraíso;
y
la tentación de E\ a, e la
primera escena espirítica que tuvo lugar sobre la Tierra.
En cuanto
á
la doctrina, ella encierra todos los erro–
res
y
herejía que ha habido en el 1undo;
y
con mucha
rnón decía un célebre escritor: que el libro '·Des esprits"
de A. Cardec, sería el Catecismo del Anticristo. (r)
Inútil es decir con cuánto ardor
y
constancia hay que
oponerse á su propagación . te niendo sobre todo en cuen–
ta que, para los espiritista , nuestro Divino R edentor
Je ucri to, no es más que un excelente medium, como
otros mucho
que han habido en la humanidad; y que
no niegan los milagros, pero que pretenden explicarlos
por la sugestión.
La labor. pues, de la •·Prensa Católica" es inmensa;
y
requiere.
aderr.ásde la ciencia necesaria, mucha constan–
cia
y
mu
cho valor.
eñore : La ''Pren a Católica", tomando la "armadu–
ra de Dios para resi tir en el día malo; vestida con la lo–
riga de la justicia; ceñida con el cíngulo de la verdad;
sus piés calzados en la preparación del Evangelio de la
paz; embrazando el escudo de la Fe; cubierta con el yel-
(1) G. De Mousseau.