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173-

cwn,

y

llt·gucn á producir males incalculable ; porque

ese espíritu impide que la Fe se apodere del alma, pre–

cisamente en la edad en c¡ue es más nece aria.

in la

idea de Dios

y

u Pro\ idencia. la virtud

y

la

inocencia

se desvanecen;

y

no setÍan . ino vanidad, y muchísima

vanidad

y

aflicción de espíritu. Sólo Dios, puede resti–

tuir la paz

á

un corazón corrompido por los vicios

y

los

de. órdenes.

Prescindo de los errores fundados en las hipótesis na–

turalistas, por no alargar demasiado este discurso; pero

debe aber ·e que las teorías de Darwín, de la evolución,

selección natural.

&.,

e.,

son pobres concepciones. desti–

tuídas de todo fundamento, absurdas,

y

que no explican

nada.

Debo, eñores, concluir; pero antes, diré dos palabras

acerca ele un g-ran fenómeno acaecido en este siglo: el

E piritismo. Apareció en Estados

nidos el año de

1846;

y

de entonces acá, se ha esparcido por todas partes,

y

hoy, cuenta millones de adeptas. Pero su historia es má

antigua: remonta a l Paraíso;

y

la tentación de E\ a, e la

primera escena espirítica que tuvo lugar sobre la Tierra.

En cuanto

á

la doctrina, ella encierra todos los erro–

res

y

herejía que ha habido en el 1undo;

y

con mucha

rnón decía un célebre escritor: que el libro '·Des esprits"

de A. Cardec, sería el Catecismo del Anticristo. (r)

Inútil es decir con cuánto ardor

y

constancia hay que

oponerse á su propagación . te niendo sobre todo en cuen–

ta que, para los espiritista , nuestro Divino R edentor

Je ucri to, no es más que un excelente medium, como

otros mucho

que han habido en la humanidad; y que

no niegan los milagros, pero que pretenden explicarlos

por la sugestión.

La labor. pues, de la •·Prensa Católica" es inmensa;

y

requiere.

aderr.ás

de la ciencia necesaria, mucha constan–

cia

y

mu

cho valo

r.

eñore : La ''Pren a Católica", tomando la "armadu–

ra de Dios para resi tir en el día malo; vestida con la lo–

riga de la justicia; ceñida con el cíngulo de la verdad;

sus piés calzados en la preparación del Evangelio de la

paz; embrazando el escudo de la Fe; cubierta con el yel-

(1) G. De Mousseau.