DISCURSO DEL DOCTOR JUAN
J OS~
CALLE
RELATOR DE LA PRIMERA SECCIÓ
Iltmo.
y
R evdmo. Sr. Presidente, Señores R epresentan–
tes.
eñores:
Animado del propósito de expresar con lealtad los
votos
y aspiraciones legítimas de esta importantísi ma
Asamblea
y
teniendo por norte de sus deliberaciones el
deseo de hacerlo con acierto y verdad, la pri mera de las
Secciones en que habéis dividido su numeroso personal,
ha estudiado atentamente
y
discutido con mayor ampli–
tud y li bertad los proyectos de acuerdo que le sometió
la Comisión Organizadora;
y
me ha honrado con el deli–
cado encargo de daros cuenta, en esta sesión solemne,
de aquelloscque han sido aprobados hasta la fecha; espe–
rando que vuestra sabiduría los estime aceptables y les
dé el sello de su a utoridad
y
sanción.
*"'""
Sabido es, señores, que dos son las potestades estable-
cidas para el Gobierno de los hombres: la autoridad sa–
rrrada de la Iglesia y la del Poder político.
"' El establecimiento de estas dos potestades debe con–
tarse. ha dicho un filósofo cristiano, entre los mayores
beneficios que la Providencia ha hecho
á
los hombres
por la gran utilidad que les resulta, sea para el tiempo
presente, sea para la eternidad.
Cada una de estas potestades se ordena y encamina á
su fin particular. El fin de la potestad secular es la feli–
cidad que los hombres pueden gozar en la vida presen–
te;
y
el de la eclesiástica es el prepararlos para la vida
futura; objetos ambos verdaderamente inestimables pa–
ra la naturaleza humana.
Dios ha instituido, dice
an Bernardo, estas dos po-