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imprenta, lo que dió lu ga r á que el g ran papa León X

procurase precaver los ma les causados por

la

prensa, ya

en aque l tiempo. pero tri bu tand o no obstante los mayo–

res elog:os a l sublime descubrimiento, mirándolo como

un favor particular del Cielo: ''Deo fa vente numint>."

Al principio. lo único que se imprimía era obras ó fo–

lletos; pero después apareció el principal medio que tie–

ne la prensa para dirigir todas las g ra ndes

cu estion e~

é

influir en lo negocios, hoy tan caros á la mayoría, es de–

cir: el periodismo. Sus prim eros ensayos versaron tan

sólo sobre materias cientifica

y

literarias,

y

se limitó á

la crítica de las obras que veían la luz pública. Después

criticó las costumbres, convirtiéndose así e n cen or de

la sociedad; por último. clió un paso más,

y

se mezcló en

política. Hoy, lo abraza todo; y no hay nada d e lo que

pueda interesar á la sociedad que no sienta su acción.

Aun,que la palabra prensa, en sentido fig urado, es lo

mismo que impre nta,

y

tomada lata me nte abraza todo

Jo que se publica impreso, sólo la consideraré como desig–

nando especialmente la periódi ca. Pero el periódico, e n

sí mismo, es órgano y efecto ele la inteligencia; y así mi–

rado difiere de su causa. D e aquí resulta la Institució n

de la prensa. Así considerada, e lla es:

la inteligmáa

/m–

mana independizando la idea rle las circzmstanáas de

lu–

,r;ar

y

tiempo por medio de

la

imprenta.

Y en efecto, la

prensa, e n un momento, rápidamente, comunica á una

ciudad, á un pueblo, á una nación, al mundo entero, el

pe nsamie nto d e un hombre. Tiene, pues, todos los debe–

res

y

derechos primordiales de la persona humana;

y

en–

tre estos, el más preciado, el de

libertad.

Libertad, seño–

res, no licencia; uso; no abuso. "La

censura p1'évia

ataca

este derecho; y además es inútil. Ahí está n los hechos

que lo pone n de m a nifiesto." En Francia, existía lace n–

sura durante e l siglo XVIII; y fuera muy difícil, señalar

un a época en que su acció n hubiese sido m ás terribl e.

"A l estallar la revolución de 1789, se proclamó la li–

b ertad de la prensa; pero los miembros d e la Asamblea

Constituyente no ha bía n por cierto necesit.ado esta liber–

tad para adquirir aquel caudal de ideas subversivas con

las cua les destruyeron un trono, de rriba ron las institu–

ciones a ntig uas, é inaug uraron la nueva é poca, qu e pue–

de decirse,

estamo~;

aún presenciando.