Previous Page  179 / 376 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 179 / 376 Next Page
Page Background

-

103 -

Cierto día se vió obligado á exclamar: "Trabajaré con

la fe qu e trasporta lo montes.

y

con la deci ión qu e Yen–

ce los imposibles." Se llamaba Juan Guttemberg-. Una

tarde, que se encontraba desalentado

y

lleno de tristez;¡,

cogió maquinalme nte un pergamino que un hábil ama–

nuense acababa de copiar. Fresca aún la tinta, aquel ha–

bía colocado entre las hojas e critas, para evitar que se

repinten, otras en blanco. Abre e l libro,

r

encuentra que

se habían re producido con extraña perfección é inverti–

das, las he rmosas letra góticas. GuttemLerg pas(> la no–

che sentado en un sillón. fijos los ojos en el man usc rito;

y

el

pensamiento

y

corazón, ¡Dios sabe dónde! La idea

de la imprenta había lucido en su cerebro,

y,

poco tiem–

po d espués, el maravilloso inve nto estaba hecho. Era el

año de

I440.

S e dirigió á casa de cierto Juan Fu t, plate ro ri co,

á

vi–

do de riquezas

y

enemigo de los nobles. Se ajusta un

contrato. Guttemberg, casi no reservó para sí más qu e

la gloria.

y

el derecho de satisfacer cristianamente, algún

día, cierta exigencia d e su corazón. J amás llegó

á

cum–

plirse el pacto. Fu st, en compañía de un hábil o-ra bador

y

fundidor de metales, llamado P edro Schceffer, usurpó

todo al inven tor. (

1)

La compatiía se deshizo: aquellos

se quedaron en i\laguncia,

y

Guttemberg pasó á Holan–

da ó Estrasburgo, que en esto hay ,·ariedad de opinio–

nes. Poco tiempo de pués, el d escubri dor de la impren–

ta, fué á buscar la paz

y

tranquilidad de su al ma en un

convento de Franciscanos.

También.

y

casi al mismo tiempo, el qu e iba á descu–

brir un Mundo, á pie,

y

con su hijo Diego, mendigaba

á

la caída de la tarde el socorro d e los monj t>s de la Hábi–

da;

y

feliz él, qu e encontró allí, aliento

y

esperan za.

Con increíble rapidez, se esparció la imprenta porto–

das pa rtes; pero circunstancia digna d e ser notada, la s

órdenes religiosas fueron las primeras q ue le prestaron

toda su protección

y

auxilio,

y

el arte de imprimir vivió

mucho iiempo al abrigo

y

casi

á

expe nsas de los conven–

tos, ó de las asociaciones relig iosas.-

La

Biblia fué el pri–

m er libro impreso.

Desde enton ces principió con el uso, el abuso de la

(1) Gutlemberg fué expropiado jurídicamente (Cantú).