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Cierto día se vió obligado á exclamar: "Trabajaré con
la fe qu e trasporta lo montes.
y
con la deci ión qu e Yen–
ce los imposibles." Se llamaba Juan Guttemberg-. Una
tarde, que se encontraba desalentado
y
lleno de tristez;¡,
cogió maquinalme nte un pergamino que un hábil ama–
nuense acababa de copiar. Fresca aún la tinta, aquel ha–
bía colocado entre las hojas e critas, para evitar que se
repinten, otras en blanco. Abre e l libro,
r
encuentra que
se habían re producido con extraña perfección é inverti–
das, las he rmosas letra góticas. GuttemLerg pas(> la no–
che sentado en un sillón. fijos los ojos en el man usc rito;
y
el
pensamiento
y
corazón, ¡Dios sabe dónde! La idea
de la imprenta había lucido en su cerebro,
y,
poco tiem–
po d espués, el maravilloso inve nto estaba hecho. Era el
año de
I440.
S e dirigió á casa de cierto Juan Fu t, plate ro ri co,
á
vi–
do de riquezas
y
enemigo de los nobles. Se ajusta un
contrato. Guttemberg, casi no reservó para sí más qu e
la gloria.
y
el derecho de satisfacer cristianamente, algún
día, cierta exigencia d e su corazón. J amás llegó
á
cum–
plirse el pacto. Fu st, en compañía de un hábil o-ra bador
y
fundidor de metales, llamado P edro Schceffer, usurpó
todo al inven tor. (
1)
La compatiía se deshizo: aquellos
se quedaron en i\laguncia,
y
Guttemberg pasó á Holan–
da ó Estrasburgo, que en esto hay ,·ariedad de opinio–
nes. Poco tiempo de pués, el d escubri dor de la impren–
ta, fué á buscar la paz
y
tranquilidad de su al ma en un
convento de Franciscanos.
También.
y
casi al mismo tiempo, el qu e iba á descu–
brir un Mundo, á pie,
y
con su hijo Diego, mendigaba
á
la caída de la tarde el socorro d e los monj t>s de la Hábi–
da;
y
feliz él, qu e encontró allí, aliento
y
esperan za.
Con increíble rapidez, se esparció la imprenta porto–
das pa rtes; pero circunstancia digna d e ser notada, la s
órdenes religiosas fueron las primeras q ue le prestaron
toda su protección
y
auxilio,
y
el arte de imprimir vivió
mucho iiempo al abrigo
y
casi
á
expe nsas de los conven–
tos, ó de las asociaciones relig iosas.-
La
Biblia fué el pri–
m er libro impreso.
Desde enton ces principió con el uso, el abuso de la
(1) Gutlemberg fué expropiado jurídicamente (Cantú).