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-159-

confusión habida frecuentemente entre el Dios espíritu,

y

el hombre, semi-dios, su medium ó instrumento.

La Providencia escogió un pueblo, el hebreo, para que

conservase el conocimiento del verdadero Dios

y

del cul–

to que le es debido-Moisés, inspirado por la Divinidad,

fué su primer historiador

y

legislador. -En e e pueblo

había de aparecer el Redentor del lVIundo, prometido á

Adán

y

esperado de todas las naciones; pero, antes, Dios

había

(~nviado

esa serie grandiosa de los profetas, para

que, además de amonestar á los israelitas cuando se apar–

taban de

];1.

ley, anunciasen todo Jo relativo á la venida

del Mesías.

Debe saberse que, todas las naciones han aprovechado

de las verdades contenidas en los libros del pueblo he–

breo;

y

que los sabios de la antigüedad, han conocido el

Génesis,

y

los libros de los Profetas. adulterando, no po–

cas veces, pasajes de la Sagrada Escritura que no en–

tendbn.

Aristóbulo, judío,

y

1

umf'nio. célebre pitagórico

y

platónico. dicen: ''que Pytágoras

y

Platón habían pues–

to en griego lo que encontraron en los libros de Moisés,

libros que habían sido traducidos aún antes de Alejan–

dro y del imperio de los P ersas''. Pero

á

este respecto te–

nemos un testimonio incontestable, el del lib . r de los

i\Iacabeos, cap. 3:

"Expanderwzt libros legz's, de quibus

scrutabantur gentes, similitud/nem simttlacrorum suorum".

Mas, no solamente los profetas del pueblo de Dios ha–

bían anunciado al l[esías, también entre los paganos se

encontraban vaticinios que se referían al mismo aconte–

cimiento, tales como los consignados en los libros Sibi–

linos, que se guardaban en Roma, y

á

los que se refieren

Cicerón

y

Yirgilio. Este último dice:" e toca al último

siglo, en que acaban estas predicciones, de pués del cual

se verá renacer y renovarse enteramente todo el niver–

so; el principio de un siglo de oro será el fruto de una

virgen; y un hombre nuevo

y

una raza nueva de hom–

bres deben descender de los cielos; borrará las manchas

de nu estro

crirr.en

y purgará la Tierra; tendrá una vida

divina; hará gozar

á

los hombres de bien de la sociedad

de los Dioses,

y

gobernará el

niverso en una paz per–

fecta."

Y ya que nos referimos

á

Roma, (la

jiterza,

ó leyen-