DE U. CONTI\IC!ON.
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CAPITULO '11.
•
TERCER DIOTlVO.
El
tercer motivo es habernos Dios criado
(1)
á
su imágen
y
se–
mejanza, dándonos sér , como
á
los Cielos, vida como
á
las
pbn–
tas' sentido como
á
los animales
y
entendimiento como ü los ánge–
les; por lo cual se llama el hombre muudo ,ahrevia<lo, en quien se
cifra toda eriatura. Y así debemos amar ('::!)con toJo nuestro cora–
zon por el sér que nos dió; con toda nuestra alma, con la vida que
por ella vivimos; con todas nuestras fuerzas, por los sentidos
y
po–
tencias que usamos; con todo nuestro entendimiento , porque él
nos lo <lió, para que conociéndole lo amásemos, amándole le sir–
viésemos, sieviéndolé lo agradúsernos, agradándole lo viésemos co–
·mo .él es. Amale, pues, de todo corazon , de suerte que todo el
amor de tu voluntad lo pongas en Dios, no amando cosa criada,
.
.
sino es en él ó por él,
ó
para él; ámale con toda tu alma, de ma-
nera que todos los movimientos <le tu apetito menos bien ordena–
clos , los reprimas
y
venzas varonilrne11Le,
y
todas las operaciones
de tu alma vayan endrrczaLlas
á
su servicio; ürnale con todo tu eu–
tenüirniento pensando siempre en sus divinas perfecciones; ámale .
con todas tus fuerzas, empldndolas en su servicio, con todos
sus sentidos
y
potencias, pues él te las Jió con el sér que Licues.
La fuerza de este motivo se echará mejor lle ver descendiendo en
particular (3). Considera el admiraLle artificio Je tu cuerpo
y
Lotlas
las partes de él,
y
te serün motivo para amar al que las hizo; por–
que si perdieses la vista amarias mucho al que le la reparase: este
mismo juicio puedes hacer de la lengua , de la mano, del oítlo, del
pie
y
de todo
Lu
cuerpo: pasa <lespues al alma,
y
<lime , si perdie–
ses el juicio, ¿qué tanto a111arias
ü
quien te lo volviese? Y si me–
recieses la muerte, ¿ c¡ué amor tellllrias
á
quien te libra se <le ella?
muy graudc por cierto. Pues mucho mas debes amar
ú
Dios, que
(1)
Gen.
L
11.
:?G.-('2)
Deut.
G
&.
11.-(3) Her. tic Diligcodo Deo.