DE U.
~ONTllH:LON.
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grandeza de misericordia .! ¡Oh
a~ismo
de incomprensible bondaJ!
Quiera, Señor, vuestro amor darme la ·vida,. pues pudo mi amor
daros la
muerte~.
CAPITULO
Vlll.
QUINTO !UOTlVO.
· El quinto motivo, sean las inspiniciones
y
llamami_entos que
Dios te dé para justificarte · (¡ oh pecador!) perdido ya · y rematado
con tantas culpas, cuyo estado miserable pinta David ' en
sli
perso–
na .,
y
el órden y traza qne la misericordia de Dios tiene .pa:ra
sa–
carte del abismo profundo de tns males
(l).
Viémlomt~
(dice) aco–
sado de mis vicios, esperando, esperé en el
Sef~or,
y
no me burló
mi esperanza; oyó mi oracion
y
ruegos,
y
sacóme del lago de mi–
serias,
y
del lodo
y
cieno de mis pecados. Piensa cual est.aria una
persona, que yendo sola
y
descuidada por un florido
y
ameno pra–
do, súbitamente cayese en un profundo pozo: diese allá cu los
ahis~
mos .en un lMl::izal, no <le agua
y
tierra, sino <le las inmundicias de
asquerosos alhat'iales, que con el gran golpe se sumiese hasta el pe–
cho,
y
perdiese la vida, el oido, la .habla
y
el
juicio,
y
que al rui–
do acu<li esen
á
él sapos, culebras, áspides,
~íboriis
y basiliscos
á
picarle,
á
rperle
y
á tragarle la carne
y
nervios,
y
él se Jos
comi~se
tambien
[Í
ellos, mientras no le acabah:rn la vida: ¿qué remedio
puede tener este desdichado, si Dios no le dá la mano, pues él s.o–
lo es poderoso de librarlo? En Cal peligro se consideraba David en
el estado miserable de sus culpas;
y
en tal te .consideras, tú, que
lees esta escrit.ura
y
esLüs en pecado mortal. P11 es pase;indotc in–
cautamente por los prados de tus vicios, do!llle sali ste á dar un ver–
d1i
á tus apetitos, caiste en el lago
y
sumidero de las misc1:ias en
que estás, perdiendo to
el
os los hiet1es
y
cargando de avenida sobi:e
t_í touos los males que dijimos en los motivos para aborrecer
ül
pe–
callo mortal. Y su111ido en tanta desventura, bPhes los
pe ~i.ldos
co-
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