DE LA. CONTRICION.
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particularmente su sagrada caheza
á
las duras espinas , sus
ojo~
á
las lágrimas, sus mejillas
á
la_s bofetadas, sn boca
á
la hi rl y vina–
gre, su cuerpo
á
los azotes, sus !11anos y pies á los chwos,
y
cada.
miembro, vena, nervio, arteria de su cuerpo, y la misma vida
y
honra á Ja crnel fiereza de los
s~yones
y mil desprecios de los escri–
bas
y
fariseos,
y
en su estimacion fue cosa muy alta é ilustre pa–
decer tantas injmias
y
penas por la gloria de su eterno Padre
y
pa–
ra el bien
y
remedio de Ja naturaleza humana ,
y
por ella nació en
un establo , fue reclinado en un pesebre , circuncidado á los ocho
días, presentado en
el
templo, perseguido de Herodes, desterrado
en Egipto, maltrata1lo con infinitas maneras de injurias, probando
todos los males q1rn habla merecido nuestra culpa, siendo _él el
ofendido
(1 ).
El amor le forzó
á
sufrir. dolores, infamias y despre–
cios, permitiendo que le escupiesen como
á
blasfemo ; le abofetea–
sen sus megillas como
á
negro ; le vistiesen de blanco
qp110
á
loco;
le vendasen los ojos
y
jugasen con él como con un tonto; le vistiesen
de púrpura
y
coronasen de espinas corno á rey fingido; le pospusie–
sen á Barrabás corno peor que él; le azotasen como ladron; le publi–
casen por las calles por mall1echor': y al fin le pusieron en un palo,
en medio de dos sallcadores, como
á
caudillo
y
capitan de ellos.
¿Y que haya, Dios mio, quien no os ame? ¿Qué haya quien os
ofenda? ¿Qué beneficios agradece quien esto no agradece? ¿Cómo
no amaré yo á quien asi me amó, así me buscó y así me redi–
mió? El infiel (dice san Bernardo) bien sabe que debe amará Dios
con todo su cor:izon, con toda su alma, con todas sus fuerzas, por–
que le crió, y si no lo hace, no tiene escusa, porque interiormente
le dá voces la justicia natural, que debe todo amor al que le hizo y
le crió. ¿Pues qué haré yo , que no solo sé que él solo es vol un Lario
Autor, liberal administrador, - piadoso consolador y solícito golJC1·–
nador de mi alma, sino tambien copiosísirno redentor de mi cuerpo
y
alma? Fija, ¡oh alma! los ojos en Jesucristo crucificado por tLt
amot,
y
dile con san Agustín
(~)
: ¿Qué culpa cometiste, ¡oh <lul–
císimo Mancebo ! para ser asi condcna1lo? ¿Qué hiciste para ser
(1) Basil. liom. '22. de
I-Iurnililatc.-(~)
l\Icdilalionum c. 7.
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