DE LX CONTl\If.lON.
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tantas ofensas? ¿porque he mandado
:.i!
fuego q11e te alumhl·e
y
~lo
te abrase-? ¿al agua que te refresque y no te abogue?
¿
á
la tierra,.
que te sustente
y
no te trague? ¿á los Jemonios, que huyan de
tí
y no Le lleyen? ¿por qué me cargné Je tus cnlpas y pagué tus pe–
nas, y por darte vi Ja me ofrecí
á
la muerte? ¿es este el pago de
mis trahajos, sudores, inj mi as , azotes, tormentos
y
cruz? ¿por
qué me ofendes? ¿por qué me niegas?¿ qué furor
hay,
que viendo
muerto al enemigo no se an1anse? ¿pues por qué no le ablandas
tú,
viéndome muerto de tus amores? 'Ahréme, hermana mia, Jas puer–
tas de tu corazon
á
mí solo , que soy tu Dios, y ciérrabs
:l
los ·eE–
trafios y al demonio , que es tu enemigo;
á
la carne y sus deleites,
que paran en hieles y amarguras; ahréme esas entrañas, dilata los
senos de tu alma, que tengo mucho que darte , y tu buena dicha
está en que me abras, en que me respondas, · en que no me dejes
ir. Abreme, amada mia, paloma mia, mira que traigo Ja cabeza,
no ya aljofarada de rocío, sino taladrada de espinas: yo soy
el
que
estoy
á
la puerta, yo llamo, yo rnego con la paz ·, y aunque no"me
respondes, no dejo por eso de darte vida , salud y sustento, y te
vuelvo
á
llamar y esperar, y
á
decir: Esposa mia , tu me has he–
cho mil traiciones, mil alevosías, y s<1 liénd0Lc de rni ca sa,
Jo11d1~
eres n'galada
y
querida, te h;is amig:ido con mil anrnJorcs. Con
todo eso, éntrale por mis puert;is, y dímc : Tú eres mi Padre, mi
Sefior, mi bien
y
mi primer amor; salJrétc
á
rec ibir los brazos
abiertos, como si jamüs me hubieras ofendi1lo;
bastan las ofensas
qne me has hecho, bastan ya. ¿No es mrjor que yo te reciba, que
no que te pierda:;, y lo que por tí he pa sado
110
cousiga su efecto?
Entreg¡ísLele al demonio, negás tc111e por él :
pusís tcmc~,
csc11piste–
me, fuiste traidora
á
tu Rey, desleal á tn Esposo, homicida Je tn
Padre~
idólatra de tus gustos, apóstata de la ley q1!e profesas . Dué–
lcte de haberlo hecho y confia que te perdonaré.
Si
Lú sola hubie–
res hecho todos los pecados del mnndo, yo te los perdonaré todos,
pues no puede ser tu mali cia mayor que mi bomla1l;
y
perdonando
tus miserias, campea y resp laudcce mas infinita mi seri.cordia, que
no puede ser agota1la ni disminuida. No se cncieude la estopa echa–
da en un gran<le fuego, tan fücilmenle como yo te perdonaré , si