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TRA.TA.llO PRHIERO
que una hormiga acabára toda la redondez de la tierra, llevando ca–
tla mil años de ella lo que pudiera en su boquilla. Pero acabada de
Jlevar toda la tierra , no se habrá acabatlo la eternidad,. sino solo co–
menzatlo, porque es propio de ella no menoscabarse jamás, aunque
se le quiten tantos años cuantos puede contar la Aritmética, y mu–
chos mas; porque no hay proporciones de lo finito á lo infinito, ni
tle lo temporal
á
lo eterno. ¿Pues cuánto ha de dmar la pena de
estos miserables? Cuanto tlurare la gloria tle Dios y de sus santos.
¿Y cuánto será esto? Por todos los siglos tle los siglos. Imagina
tantos millones de años como gotas de agua hay en el mar, y como
granos de arena hay en todos los arenales del mundo, y despues de
pasados esos, considera que Lucifer llorase una gota cada mil años,
liasta que de ellas se hiciese un mai· Oceano, que llenase todo el
cóncaho de la luna,
y
que el Rico avariento mojase (así mismo ca–
da mil afios) la punta del dedo en este mar, hasta que gota á gota
lo
~gotase;
y despues de esto todos los demonios,
y
luego todos
Jos demas condenados, uno á uno, por su órtlen, llorasen otro tan–
to,
y
el füco avariento lo agotase tan despacio como el primero,
todos acaharian de llorar su miseria, y no se acabáran las penas
que les han Je atormeutar para siempre. ¡Oh eternidad, qué larga
eres! ¡Oh eternidad,
y
si te pensásemos! ¡Oh fuego sempiterno,
si te considerásemos, cuán . diferentes fuéramos de lo que somos!
¿A 11uié11 no se le estremecen las cnrnes Je oir, que Phal:.iris man–
daha po11er
á
quien qucria ajusticiar en el vientre de un toro hueco
de bronce, y que le diesen iüego por deh:ijo, para que el Jelin–
cuentc se fuese poco
á
poco quemando y no tuviese otro remedio
si110 arder, gemir, bramar y volquearse en él hasta morir? ¿A
qni én no se le espeluzun los cabellos oyendo referir los martirios
IJl.ICpa1lccieron san Cl emente y Agatangelo? Porque ya les echa–
ban eu caler:ls encendidas, ya en Logueras artliendo, ya les peiua–
han sus carnes con garfios de hierro y se las refregaban con fuerte
salmuerrn; ya les n•gahan con aceite hirviendo y los liafiaban con
pl on10 derretido;
ya
les poniun capacetes hechos nscuas en fas ca–
hcz:1s ,
.sahéndolos r.l humo de las carnes nbrasatl as por las narices,
oidos
y
bocas ; ya les desencajaban los huesos
y
miembros <le