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TRA.TADO PRDIERO

dras de inestimable valot·, con doce puertas, calla una de una per–

la Oriental, y doce ángeles, que como doce alcaides, gnar<lan ac¡uel

etlificio, labrado de finísimo jaspe trasparente como cristal, sembra–

<lo de riquísima pedrería, con las puertas abiertas, por donde le sal–

drán á recibir los apóstoles, los profetas, los mártires y confesores,

y

abrazándola con estrechos lazos <le perfecto amor, le darán la

bienvenida

y

mil alegres norabucnas de su llcgatla

!

¡Cuando !le–

vándola en proccsion le cantan los ángeles alegres chanzonetas

y

motetes, celebrando sus triunfos y victorias! ¡Cuando llegue al trono

y

sitial del Rey de los Reyes

(1),

y le vea que cstiende sus manos

ofreciéndole con la una gloria y riquezas,

y

con la otra eternidad

de di as para gozarlas, y goce del premio esencial, que es la lieatí–

fica vision de la "antísima Trinidad! En cuya vista verá á Dios,

y

á

las criaturas en Dios,

y

á

si mi sma en Dios; como quién mira un

espPjo, que ve al espejo,

y

sí cu el espejo,

y

todo

lo presente

dentro del esprjo ('2). ¿Y qué verá quien virre á c¡nicn todo lo ve?

Entonces el entrndimiento humano no querrá entender mas, te–

niendo delante todo lo c¡ue se puede entender; ni

la voluntnd de–

seará mas, gozando de aquel bien, en que todos los hienes se ha–

llan, corno en su fu en te; ni la memoria se acordará de cosa que le

dé pena, absorta, elevada

y

satisfecha el alma en aqi.1cl sumo bien.

Tal es Dios para aquella cirnlrul santa de Jerusalen, y para aquel

real palacio

y

corte de sn I\Tagcstatl; cuyo asiento es sobre los cie–

los (5); cuya anchura y gr;rntleza escedc toda meditla; cuyo primor,

hermosura, escelencia

y

arquileclma , no hay lengua que la pue<la

esplic::ir; cuyo material es sobre oro y piedras preciosas , sobre mar–

garitas y perlas de inestimable valor; cuyo temple es uniforme,

y

una primavera <livina, que no cansa ni enfadn, por

tener en sí la

varietla1l y hermosura de los tiempos, la frescura 1l el verano , la cla–

ritlaJ del estío, la abundancia del otoño y el descanso y reposo del

invierno ; cuyo claridad es de Dios, del Cordero y <ll' to<los los san–

tos (4), que resplandecen como soles. El número <l e los cuales es

(i)

1. Cor.

2.-(~)

Aug. <l e Spiri tu,

&

anima cap.

G0.- (3)

llaruch 3.

n.

:..í.- (!, )

l\i~ rtlt.

13.

n.

li2.