DE LA CONTRICION.
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Alli os veré como Vos sois,
y
gozaré de la felicidad que goz:n sus
ciudadanos, de Ja grandeza de sus edificios, de Ja suntuosidad
y
riqueza Je sus palacios, de Ja alegría
y
descanso de aquella patria;
entre las órdenes de los hienaventurndos espíritus y gloriosos santos,
donde oiré aquellas voces angélicas
y
mt'.lsica tan acor<lada, no de
cuatro voces, sino de tantas cuanto es el número de los escogidos,
con quienes cantaré aquella suavísima cancion que oyó san Juan en
su Apocalipsi
(1),
hendicion, claridad, sabiduría
y
hacimiento de
gracias: honra. virtud
y
fortaleza, se dé
á
nuestro Dios en los si–
glos de los siglos. Amen.
CAPITULO XII.
EXHORTACION AL PECADOR.
Si lo dicho no basta para ablandar la dureza de tu corazon; si
el amor de Dios
y
sus beneficios no te obligan ; si el temor del in–
fierno
y
sus dolores no te.despiertan; si los bienes de la gloria pro–
metida no te mueven
á
dejar tus pecados
y
á
volverte
á
Dios, in–
sensible estás como piedr::i, el cor::izon tienes duro como un guij::irro.
Y si me preg1mtarcs qué
<'S
tener el cor::izon duro, oye
á
s::in Ber–
nardo, que describe bie11 las propiedades del tuy_o
('2).
Corazon du–
ro es, el que no se quebra·nta con el dolÓ1· de sus pecados, ni se
rasga de pura contricion; el que no se ablanda con la piedad
y
mi–
sericordia, ni se mueve con ruegos, ni se rinde con amenazas,
y
con los castigos se endurece;
el~ue
es ingrato
á
!os beneficios
y
desconocido
á
las mercedes, infiel para dar ó tom:11' consejo, cruel
en juzgar, echándolo todo
á
la peor
parte~
•.el que hace gala de sus
torpezas
y
deshonestidaues, arriscado
y
arrojadizo para cualquier
peligro, qne ni teme, ni debe; el que es inhumano para toda ur–
hanirtad y buena correspondencia, temerario
y
descomediuo
á
Dios
y
sus Sacramentos,
y
á
sus ministros. Todo eslo dice san Bernar–
do del corazon Juro;
y
si te cuadra
á
tí, tú mismo eres el mejor
(t)
.A.p.
7. o.
i2.-(~)
Lib.
t.
de Coofid. ad
Eug. Pap.