DE
tA
CONTIUCION.
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sus lugares naturales, ya les hincaban lesnas por entre las uñas de
pies y manos; ya les asaban en parrillas
á
fuego manso ; ya
les
acostaban en duras camas <le hierro, sr\mbradas de agudas puas,
y
les apaleaban crueles sayones, no pretendiendo tanto matarlos co-
1110
atormentarlos con este>s martirios, en que por espaci0 de veinte
y
ocho años vivieron muriendo, y duraron pena11do. Pues si solo
pensa r esto (que es un sueño de aire) tanto nos cspauta,
¿
c¡ué será
padecer los tormentos de que tratamos? ¿Oh dura suerte ! ¡ Oh acer–
bo caso! ¡Oh loco de
tí,
que por bienes aparen les y momentáneos
quieres trocar los eternos!
¡
l?o r un <lelcite vil te condenas
á
estos
tormentos! Po r un poco de intercs Le arrojas en lo s
f'uego5
inferna–
les! ¡ Po r una venganza iufame, que ha de asolar tu casa, tu ha–
cienda, tu homa, y te ha de traer por tierras
y
puertas age nas, te
sujetas
á
padecer lo que habemos referido!
¿
Q11é piensas, si esto
no piensas? ¿Qué miras, si esto no miras? ¿Qué ternes si esto no
temes?¿ Qué previenes, si esto no previenes? ¿Tienes por fabula
lo que aquí lees? (l) ¿Parécete encarecimiento? P ues está tan lejos
de serlo, que Lodo lo <licho, comparado con la verdad, es menos
<1ue una gota tlc agua , respecto tle toda la del mar;
y
es verllad
tan infalible, que a11n los mismos gentiles la coufosarou
('2).
Dime:
si Dios Le dijera: «Cu:íl quieres mas, tener to1la tu vida dolor <le
hijada,
ó
mal <le gola;
ó
ser fraile
ó
monja descalza : ¿Qué eligie–
ras? Ser fraile ó monja, claro está. ¿Pues qué
tietH~
qüe ver cual–
qu ier trabajo temporal con estos eternos? ¿Y qué fuera de
t.í,
si hu–
bieras caido cu este abismo Je males, co1110 otros 11111chos, que lo
merecian meuos que tú?
Y
si con Lodo lo dicLo puede mas contigo
]a pasioa que la rnon, y el sabo r de tus gustos, q11e el horror <le
estas penas, prueba á poner la mano cu el fu ego, y
Sl~g un
te fuere,
asi hads; si te abrasan las llamas, no abraces tú las ocasiones de
pecar; si huyes luego la mano, huye tambien la ocasion que te
irrita y llama
á
las eternas 11:.irnas. ¿Pero qué neccsida<l
hay
de po–
ner la mano. en el fuego? ¿Si la cama blamla te cansa cu una breve
uoche, cómo esta rás en .e:-; La hoguera para siempre? Si la costura de
(1)
Ru~brocb.
lib.,
1,-(:.!')
Virg. G·.
;.L;·nci'das.
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