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DE

tA

CONTIUCION.

53

sus lugares naturales, ya les hincaban lesnas por entre las uñas de

pies y manos; ya les asaban en parrillas

á

fuego manso ; ya

les

acostaban en duras camas <le hierro, sr\mbradas de agudas puas,

y

les apaleaban crueles sayones, no pretendiendo tanto matarlos co-

1110

atormentarlos con este>s martirios, en que por espaci0 de veinte

y

ocho años vivieron muriendo, y duraron pena11do. Pues si solo

pensa r esto (que es un sueño de aire) tanto nos cspauta,

¿

c¡ué será

padecer los tormentos de que tratamos? ¿Oh dura suerte ! ¡ Oh acer–

bo caso! ¡Oh loco de

tí,

que por bienes aparen les y momentáneos

quieres trocar los eternos!

¡

l?o r un <lelcite vil te condenas

á

estos

tormentos! Po r un poco de intercs Le arrojas en lo s

f'uego5

inferna–

les! ¡ Po r una venganza iufame, que ha de asolar tu casa, tu ha–

cienda, tu homa, y te ha de traer por tierras

y

puertas age nas, te

sujetas

á

padecer lo que habemos referido!

¿

Q11é piensas, si esto

no piensas? ¿Qué miras, si esto no miras? ¿Qué ternes si esto no

temes?¿ Qué previenes, si esto no previenes? ¿Tienes por fabula

lo que aquí lees? (l) ¿Parécete encarecimiento? P ues está tan lejos

de serlo, que Lodo lo <licho, comparado con la verdad, es menos

<1ue una gota tlc agua , respecto tle toda la del mar;

y

es verllad

tan infalible, que a11n los mismos gentiles la coufosarou

('2).

Dime:

si Dios Le dijera: «Cu:íl quieres mas, tener to1la tu vida dolor <le

hijada,

ó

mal <le gola;

ó

ser fraile

ó

monja descalza : ¿Qué eligie–

ras? Ser fraile ó monja, claro está. ¿Pues qué

tietH~

qüe ver cual–

qu ier trabajo temporal con estos eternos? ¿Y qué fuera de

t.í,

si hu–

bieras caido cu este abismo Je males, co1110 otros 11111chos, que lo

merecian meuos que tú?

Y

si con Lodo lo dicLo puede mas contigo

]a pasioa que la rnon, y el sabo r de tus gustos, q11e el horror <le

estas penas, prueba á poner la mano cu el fu ego, y

Sl~g un

te fuere,

asi hads; si te abrasan las llamas, no abraces tú las ocasiones de

pecar; si huyes luego la mano, huye tambien la ocasion que te

irrita y llama

á

las eternas 11:.irnas. ¿Pero qué neccsida<l

hay

de po–

ner la mano. en el fuego? ¿Si la cama blamla te cansa cu una breve

uoche, cómo esta rás en .e:-; La hoguera para siempre? Si la costura de

(1)

Ru~brocb.

lib.,

1,-(:.!')

Virg. G·.

;.L;·nci'das.

·