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DE LA. •CO!URICIOJ.'(.

U

y

<le los tormentos venideros , se acordará de la brevetfod de los

unos y de Ja eternidad de los otros. La voluntad ohsLina1la en sus

pecados, tendrá una envidia rabiosa <le

la gloria de Dios, del bien

de sus escogidos , de la fel iciJa<l eterna, y una perpetua desespcra–

cion, por estar cierta que no han de tener fin sus penas. Y cuando

tiendan estos miserables los ojos por aquella inmensa eternidad, sin

hallar remate de sus penas, ni alivio en faltarles una gota de ellas,

abonecerán á Dios y á Ja Vírgep nuestra Señora, y á todos los

santos, sin poderse ablanda1· ui mudar jamás. Antes hará volver

á

Jos malaventurados contra Dios y contra sí, blasfemando siempre

de él

y

maldiciendo el dia en que nacieron y la noche en que fue–

ron e11gen<lratlos. Renegarán de la madre que los parió, del padre

que los hizo, Je la leche que mamaron y de la vida que vivieron.

Renegarán del bautismo.

y

de los demás sacramentos, de la

fo

y de

la iglesia. Blasfemarán de Ja Virgen nuestra Señora, <le Jesucristo,

de sus llagas, de su pasion , de su muerte, de su cruz, de toda la

Santísima Trinidad. Blasfernar<ln de Dios, porque los crió; de su

poder, porque asi los atormenta; de su sabiduría,

á

quien ningun

delito se esconde; de su hen ignitla<l, trocada ya para ellos en as–

pereza y rigor; de s11 j11 sti cia , porque los tiene allí en grillos

y

ca–

dena::. ensartados,

y

de. de s11 alto cielo les arroja horribics y pene–

tra11Les rayo::., y coo s11 ornnipoLcntc soplo enciende las vengadoras

y

eternas llamas que

los abrasan ,

y

rabiando como perros darán

terribl es aulliJos. ¡Oh 1lesd iclrntl as lenguas, que no hablnreis sino

Lla sl'cmias ! ¡Oh tl esventuratlos oidos, qne uo oircís sino gemidos!

j

Oh mi se ra!Jles ojos, qu e no vereis sino miserias! ¡Oh tristes cuer–

pos, que no

t1~mlrei s

otro rel'rigcrio, siuo calor

y

frío insufrible,

hedor

intolera11.tc,

hambre perpetua, sed insaciable, prision eterna

y

abundancia de todos c11a11tos males son irna ginables

! ¡

Oh que Je

veces desea rei s morir

y

huirá de vosotros Ja muerte·! ¡Oh almas in–

felices, que careceis de Dios

y

del reino que os ganó Jesucristo,

y

1le todos los bienes t!el ciclo

y

suelo,

Y'

screis alligitlas co u todos

Jos tormentos de este mundo

y

del otro,

y

esto, no por un año ni

dos, ni por cien mil milloues <le ellos, sino por la eternidad! Tanto,

que fuera algun alivio si solo durarau el tiempo que bastara para