~SEÑOR
NUESTRO.
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le respondfó el Salvador con
Ja
parábola de un h ombre
que habi.endo caído en manos de ladrones , los que le
hiriéron,
y
dexáron medio muerto en el campo, no fue
socorrido ni por un sacerdote, ni por un levita, los que
se pasáron de largo sin subministrarle ningun socorro;
pero lo fue por un samaritano caritativo, que compa–
decido de él, tomó á su cargo el curarle, limp iándole
él mismo las Hagas
y
vendándoselas ; haciendo ver con
este exemplo, que el amor del próximo debe ser un a mo r
universal, un amor eficaz,
y
no un amor de paisanage,
ni de puro cumplimiento.
§.
XXVIII.
Da Jesus de comer
á
mas de cinco mil (/'ersonas,
con cinca panes
y
do¡ peces.
Habiendo sabido Jesus que
Heród~s
habia hecho morir
á
san Juan,
y
noticioso igualmente de lo que se decía de
é l en la córte de este Príncipe, se metió en una barca coa
sus discípulos;
y
habiendo atravesado el lago de Geneza-
-ret ,
fu ~
á
abordar á un lugar muy solitario en frente dE!
Betsá ida. Pero por desierto que fuese el lugar, se vió bien
presto llegará él una infinidad de gente: mas de cinco mil
personas habian caminado
á
pie casi todo un dia para ir
á
encontrarle.,
y
les era preciso hacer otro tanto caminO'
para volverse
á
casa, sin que huhiesen tomado todavía nin–
gun alimento. Des pues que el Salvador los hubo instru i–
do ,
y
des pues de haber curado
á
los enfermos, viendo
los discípulos que se hacia tarde, le dixéron : Señor, des–
p edidlos, para que vayan á las aldeas vecinas á comprar
que comer; pero Jesus les dixo: No tienen necesidad de
i r, dadle vosotros mismos de comer. Respondiéronle:
N o t enemos aquí sino cinco panes
y
dos peces;
i
pero
q ué es esto para tanta
gente~
Doscientos denarios de pan
(est a suma puede reducirse
á
cincuenta francos de mo–
neda de Francia,
y
á ochocientos reales de la de Espa ....
ña) no bastarian para que cada uno tomase un bocado,
añadió Felipe. Hizo Jesus que le llevasen
lo~
cinco panes
y
los dos peces;
y
habiéndvlos bendecido, hizo que los
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