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VIDA DE CRISTO

d o comó un sueño, del que me es tan facil el hacerla sa–

lir, c.omo lo es

á

un hombre el despertar á una persona

q ue duerme. Como todos sabian que

la

niñ~

estaba muer–

ta, se riéron del Señor; entretanto Jesucri to , habieCido

h echo salir del cuarto todos aquellos llorones

y

lloronas

al~uiladas,

con todos los que tocaban los in trumentos

n1usicos, los cuales , segun el uso del pais, asistían

á

las

ceremonias de los funerales _para tocar cosas lúgubres, ó

para embarazar que se oyesen los lloros; no quiso tener

consigo sino al padre

y

madre de la niña,

y

á sus

tres

amados discípulos, Pedro, Juan y Diego;

y

tomándola de

la mano, la dixo en voz alta: Niña, levántate. A estas pa–

labras la niña se levanta tan buena y tan sana como si

nunca hubiera estado enferma:

y

Jesus manda que la de-.1

de comer.

.A.l

ver esto fueron tantos los clamores de ale–

gría que sucediéron

á

los lloros, que en toda la ciudad

resonaban los vítores

y

bendiciones que daban al Señor;

y

bien presto

se

divulgó pqr toda élla

un

pr'odigio

.tan

estupendo.

-§.XXVII.

Mision de los setenta

y

dos discípulos.

Creéieado

y

aumentándose la mies todos los dias, dió

á

entender Jesus

á

sus discípulos la necesidad que tenia

· de operarios para cultivar un campo que estaba inculto

y

yerrno tanto tiempo babia;

y

habiendo ya elegido los

doce apóstoles, que correspond ían

á

las doce tribus, co–

mo si el Salvador hubiese querido elegir un apóstol para

cada tribu ; quiso ademas de los doce, elegir setenta y

dos discípulos para que trabajasen baxo la direccion de

los apóstoles;

y

en este número se encuentran seis discí–

pulos por cada tribu., al modo que Moyses eligió setenta

y

dos personas, seis por cada tribu , para que partieran

con

é l el peso de los negocios (

Luc.

10. ).

Habiéndolos jun–

tado el Señor alrededor de sí ., les dixo: Id por todo ei

país; mirad que os env'i o como corderos en medio de los

lobos-: no lleveis con vosotros ni bolsa,

ni

saco , ni

za–

patos; como si dixera, segun expresa San Mateo

(Ad.

6.):

no

tengais

ni oro, ni plata ni dinero

alguno en

vuestra