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VIDA DE CRISTO

sént ate

la

confusion

extraña

en que se vivía, por ·Io to–

cante

á

la religion, cuando el Hijo de ·Dios se hizo hombre,

y

cuál era el desarreglo universal del espíritu

y

del co–

r azon del ·hombre cuando Jesucristo ·tomó

á

su cuenta el

reformarle. E.l errror reynaba con imperio en todo el uni–

verso,

y

la corruccion de las costumbres babia irurndacjo

toda la tierra. No había criatura, desde la ma's noble has–

ta .

la mas vil, que en alguna parte del mundo no tuviese

altares

y

templos, Aquí adoraban al sol,

allí

á

la luna,

ó–

á

algun otro planeta. Los hombres mas malvados, las mu–

geres mas disolutas estaban en la clase de divinidades,

y

se les ofrecia todas los dias inciensos

y

sacrificios. Había

paises en donde se ofrecian sacrificios

á

aquellos mismos

animales que en otras partes sacrificaban á los otros dio-·

ses : babia tierras en donde los insectos que arrastran por

la tierra eran puestos sobre los altares. Este pueblo se

arrodillaba delante de una encina, aquél que1naba incien–

so

y

le ofrecía

á

una cebolla: únos adoraban á un fantas–

m a que su imaginacion babia formado soñando: ótros

adoraban

á

un buey, una vaca, un puerco: muchos

mi~

raban como un punto de religion el tener por dioses

á

todas estas quiméricas divinidades ;

y

al mismo tiempo

babia sectas que no reconocían ninguna divinidad. Veían–

se pueblos que tenían el pleno poder para hacer dioses de

todo lo que amaban: ótros se tomaban la libertad de de–

gradar á los dioses antiguos cuando no estaban contentos

con éllos; finalmente, no se puede imaginar hasta que

ex–

ceso de extravaga ncia había multiplicado los errores el des–

arreglo del espíritu ; pero

la

corru pci-on del corazon no

había ido ménos lejos, ni conocia mas límites.

Om11is

caro

corruperat viarn suam

:

la corrupcion

de

la

carne, la disolucion , el libertinage babia en estos úl–

timos tiempos inundado mucho m_as la tierra, que cuan–

do fue menester pu rificar

la

con el diluvio. Las pasiones del

corazon de acuerdo, por decirlo así, con los errores del

espíritu reynaban no solo

en

paz, sino tambien con ho–

nor. La injusticia, la impureza, la venganza, el adulte–

rio, y todos los delitos, aun los mas enormes, nada te–

n

ian de horrorosos: la religion pagana los babia con:o ci–

vilizado, autori zándolos con el exem plo de los mismos

dioses: el desórden babia

lleg.ado

á

tal

exceso,

que

ya

no