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DOMINGO DIEZ Y SIETE
pedem tuorum
~
Si ergo
D~vid
ninguno le podia responder
~a
vocar eum Dominum,
quomQdo
labra : ni
desde
aquel
d ia
se
filius ejut ett
~
et
nema
poterat
atrevió alguno
á
preguntarle mas.
ei
reipondere verbum
:
neque
ausus Juit quisquam ex illa die
eum amplius interrogare.
MEDITACION.
De los defectos que se hallan en el amor,
que nos lisonjearnos tener á Dios.
P U N T O P R 1 M E R
O.
Considera que la mayor parte de los cristianos no aman
otra cosa que
á
sí
mismos, aun cuando se lisonjean que
aman mucho
á
Dios , nada mas ingenioso en disfrazarse,
que el amor propio: toma toda suerte de nombres y de
figuras: ya es fervor, caridad, justicia; ya es devocion,
zelo,
y
á
veces se dexa ver tambien baxo el respetable
título de amor de Dios. Nunca está mas tranquilo el amor
propio que baxo de estas mascarillas: la virtud le sirve
siempre de abrigo y de escudo.
i
Pero es fácil que nos
engañemo6,
y
que equivoquemos el vicio con la
virtud~
El amor de Dios tiene un carácter inimitable; es puro,
desinteresado, generoso, constante , enemigo de las pa·
siones, suave, paciente, mortificado, humilde. Cu-:Indo
veas que una persona es soberbia' inmortificada, impa–
ciente : cuando veas que no tiene sino unos relámpagos de
fervor, unos caprichos de devocion; cuando veas que no
busca sino sus propios intereses , su satisfaccion , su pro–
pia gloria, no creas, no te persuadas que ama á Dios.
s·e encuentran personas que hacen profesion de amar
á
Dios,
y
que nunca están de mas mal humor que cuan–
do le sirven. lnquietas, impacientes, impertinentes, colé–
ricas, aun cuando se lisonjean que aman á Ojos mas; los
dias de devocion
y
de fiesta no son los mas serenos ni los
mas pacíficos que tienen. Parece que los exercicios de de–
vocion irritan su mal humor.¿ Unas personas tan impacien–
tes pueden lisonjearse que aman
á
Dios? Los efecws mas
ordinarios del amor de
Dios
son una mansedumbre inal-