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DOMINGO
DIEZ
Y
SIETE
R E F L E XI O N E S.
No
hay mas de una fe.
Nosotros creemos lo que creían
los primeros cristianos,
lo
que creyeron los santos;
y
lo
que
lo )
santos creyeron los hizo santos.
Nue ' tra religion oo se ha alterado ni en el dogma, ni
en la doctrina, ni en la moral.
La
fe es la misma que
ba
sido siempre, el
mi
mo objeto de la fe, las mismas ver–
d ade
de fe.; los mismos misterios: Ja fe no se envejece;
no está sujeta, ni á la vici itud de las cosas humanas, ni
á
las revoluciones., ni
á
las mudanzas. Con la sucesion de
lo
tiempos todo se altera, todo se va deshaciendo. Las
rnonarqut a nacen, tienen su apogéo en que llegan á su
m -1yor altura; y e les ve despues
ir
baxando. Todas las
co. a'i ti
en sus edades.,
y
todo camina á su
fin.
Sola la
fe
de la lgle ia es invariable. Los pueblos pueden perder la
fe' pero la re no pierde jamás nada por
el
desórden
y
la
apo'H<:bÍa de los pueblos. Las costumbres pued,en corrom–
perse , pero la fe de la Igle ia es inalterable. Ella ha vis·
to nacer
y
morir todas las heregías, todas las sectas. Los
astros
ma
brillan tes del mundo cristiano se pueden ecJ i
p–
sa r: las mas grandes lumbreras de la Igle ia se puederi
apJgar; pero las luces de la fe son siempre puras. Bien
pueden las tinieblas del error robarle al espíritu su lustre
y
su re plandor · pero estas mismas tinieblas son cuando
mas respecto de la fe, lo que los vapores
y
las mas espe–
sas tiniebla respecto del sol, que no empañan ni manchan
su
belleza
y
su resplandor. La noche solo es para los que
han perdido de vista e te hermoso a tro;
y
si algunas
ve–
ces aparecen en
él
manchas, éstas están en los ojos , pe–
ro no en el sol. La fe es una,
y
jamás puede haber mas
d,e una; así como no hay mas de un solo Dios, un solo so·
beranq Señor, un solo bautismo. ¡Qué in felicidad , qué
desgracia la de todos los herege
!
Sola la Igle ia católica,
a po tólica, romana tiene e ta fe. Para perder la fe no
es
nece ario no creer nada; basta errar en un solo punto
en materia de fe para no tener fe; pue" siendo ésta una
é
iodivi ible , no puede sufrir ni duda, ni perplexidad , ni
excepcion.
E
ta
fe es la que desde el tiempo de lo após–
toles ha
de
pojaio
de
sui
riquezas
á tantos
fieles; la
que