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DESPUES DE PENTECOSTES.

277

toses que hizo Dios

á

Jos corintios por Jesucristo , los te–

soros espirituales de que los colmo , especialmente dán–

doles el don de la palabra

y

de

1a

ciencia, es un elogio

de esta floreciente Iglesia. El intróito de la misa es una

oracion que hace

á

Dios la Iglesia

para

suplicarle se digne

dar la paz del corazon

y

de

la

conciencia

á

todos los que

lt! sirven con fervor

y

con fidelidad,

á

fin

de hacerles gus–

tar la dulzura que se encuentra en su servicio. Del capí–

tulo treinta

y

seis del Eclesiástico formó la Iglesia la ora·

~ion

con que empieza la misa de este dia.

Da pacem, Dornine, sustinentibus te, ut prophtetd! tui

fideles inveniantur.

Señor, da la paz á los que te esperan,

para que tus profetas salgan verdaderos

y

fieles,

y

no pa–

rezca que profetizaron en vano:

Exaudi preces servi tui,_

et plebis tute Israel:

Oye las oraciones de tu siervo,

y

las

de tu pueblo Israel:

Lcetatus

swn in his,

quce_ .dicta

sunt

mi–

hi: in domurn Domini

ibimus:

Me he bañado de gozo al oír

que habíamos de ir á la casa del Señor. Estas últimas pala–

bras se tomaron del salmo

101.

Este salmo C(' ntiene los

sentimientos del pueblo judáico cuando estaba en vísperas

de salir de la cautividad de Babilonia. Los judíos cautivos ,

en una tierra extraña

no

cesaban de pedirle

á

Dios les con–

cediese vol ver á su pais ,

y

suspiraban sin cesar por su

li–

bertad. Habiendo sabido que Ciro había expedido un edic–

to para ponerlos en libertad,

y

volverlos á su amada pa–

tria , el primer objeto de su gozo

y

de sus acciones de

gracias es que volverán

á

ver el templo del Señor:

Lce–

tatus sum in his, qua! dicta sunt

mihi

:

in domum Domini

ibimus.

Ninguna cosa mas bella, ninguna mas loable que

este devoto sentimiento, el cual muestra un fondo admira–

ble de religion en aquel pueblo. Por estas figuras nos en–

seña el Espíritu santo cuáles deben ser nuestros afectos

y

nuestros suspiros por el cielo, nuestra verdadera patria. ·

Este salmo le compuso David con espíritu de ·profecía,

previendo el gozo que tendría el pueblo un dia a.l volver

á

ver el templo de Jerusalen despues de una tan dilatada

cautividad. Este modo de empezar el salmo es la expre–

sion de gozo

y

de alegría, dice san Crisóstomo, que cau–

á

los judíos cautivos la feliz nueva de su libertad

y

de

su

vuelta á Jerusalen. San Hilario, san Agustiñ,

y

sa_o.- Ge–

rónimo

aplican

á

la felicidad de ir

á

la Jerusalen

~les-

Tom.

v.

S 3