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DOMINGO
.DIEZ
Y OCHO
tial lo que el Profeta dice aquí de
L1
J eruc;alen terrestre.
En
efecto, iqué gozo no debe cau arle
á
un fiel el dulce
pensamien to de la eterna bienaventuranza?
·
Da mercedem sustinentibus t .
,
dice el texto,
ut pro–
phetce
fui fideles inveniantur
:
Señor , recompensad por úl–
timo la paciencia, el ardor y la copfiaoza de un pueblo,
que en medio de tantas revoluciones
y
desgracias os ha -sido
siempre fiel. El autor habla aquí del pueblojudáico, el cual,
despues de la cautividad de Babilonia, no cayó mas en la
idolatría.;
y
parece insinu3.r que habla del Mesías; como
si
dixera: el zelo
y
la fidelidad , Señor , con que todo el
pueblo os sirve, merece muy bien le conceda-is en recom–
pensa el Mesías, este Salvador tan deseado; enviadles es–
te Redentor,
á
fin de que no sean vanas tantas profecías
que nos le han .prometido,
y
para que se vea que los
pro–
fetas dixeron la verdad. Esto
es
lo que hace decir:
Exau–
di
preces servi
tui,
et p!ebis tuce Israel:
O
como dice
e1
texto:
Exaudi orationes servorum:
Oye las súplicas
y
oraciones de tus siervos.
La
epístola del dfa es del primer capítulo de la prime–
ra
ca~·ta
de san Pablo á los corintios, donde el santo Após–
tol da gracias
á
Dios por los c\ones que les ha concedido.
Grntias ago Deo meo sem.per pro i1obis in gratia Dei,
.qu~
data
est vobis
in
Christo Jesu:
No ceso de dar gra–
cias á mi Dios por vosotros por la gracia que os ha dado
en Jesucristo. Esta gracia que el Señor
d
ió
á
los corintios,
y
por la cual san Pablo
da
-gracias
á
Dios, es la gracia
de haber sido llamados
á
la
fe de Jesucristo. En efecto,
esta gracia es la mas insigne de todas, pues sin la fe, no
puede haber salvacion. Los corintios habian estado sepul–
tados en las tinieblas de la idolatría;
y
como ec;ta cilldad,
capital de la Acaya,
y
aun de toda la Grecia,
era
una de
la mas opulentas
de
todo el O r iente,
la
idolatría,
madre
de todos los vicios, rey
naba en
élla con mas imperio. Aun–
<]Ue esta ciudad babia decaido mucho de
SU
antiguo es–
plendor, sin embargo todavía estaba entonces bastante
·.
floreciente, para merecer que
Ciceron
la llamase
la
lum–
brera de toda la Crecia.
San
Pablo
vino
á
é lla
el
primero
á
predicar
el
evan–
.gelio hácia el año 52
de
Jesuéristo, cuahdo arrojado de
Filipos
pasó
á
Aténas, de
Arénas
á
Corinto. Detúvose