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2.22
DOMINGO CATORCE
P U N T O S E G U N D O.
Considera que nadie puede servir
á
un tiempo
á
dos
amos, especialmente tan opuestos como lo son
Dios
y
el
mundo; es indispensablemente necesario dedicarse al ser–
vicio de uno solo. Es imposible servir á Dios
y
al mun–
do
á
un mismo
tie~po
;
y
aun cuando esto se pudiera,
i
se debería ni aun solamente
intentarlo~
Consideremos)a
incompatibilidad de estos dos servicios por la oposicion
de estos dos amos. Sus leyes , sus máximas s0n tari con–
trarias, que es evidente que no se puede amar al úno sin
aborrecer al órro; y querer agradar al úno
y
al
~tro,
es
desagradará entrambos. Jesucristo pide indispensablemen–
te
á
todos sus siervos una pureza perfecta , una inocencia
sin mancha, un corazon puro, humilde
y
sin ancion
á
· los bienes cr.iados. La modestia. la mansedumbre, la mor–
tificacion, una caridad sin limites
y
sin medida; una rec–
titud sin artificio, sin ostentacion; la buena fe
y
la sen–
cillez -deben caracterizar á todos los discípulos de Jesu–
cristo. .No hay una de estas virtudes que .no sea indis–
pensable,
y
no hay siervo de Dios que no deba mirar al
mundo como al enemigo irreconciliable ·, de . Jesucristo;
y
por consiguiente que no deba tenerle horror, que no de–
ba aborrecer su espíritu , sus leyes, sus máximas;
i
qué
mayor incompatibilidad que la de estos dos
amos~
i
Qué
te
parece~
ise puede servirá un mismo tiempo á los
dos~
El mundo tiene sus máximas, su espíritu
y
sus
leyes;
.
contrarias todas y en todo
á
las del evangelio. La sober–
bia, la ambicion, la vanidad hacen el carácter del espíri–
tu del mundo. Una fortuna mediana jamás fue del gusto
de los mundanos: en el mundo se deben hacer wdos los
esfuerzos posibles para salir del
polvo~
y
ponerse sobre
sus iguales: no se .debe estar jamás contento mientras se
vea un puesto superior al que se ocupa. El orgullo es la
primera calidad, y la ambicion la primera leccion que se
tQtP<'l
en el servido
y
en la escuela de este intratable
amo, Las riquezas son el ídolo universal
á
quien todos
los mundanos ofrecen votos. El amor del deleyte es como
el alma de todos los deseos de las gentes del mundo. El
regalo, la sensualidad, hasta la impureza, no solo se hallan