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DOMINGO TERCERO

tianos/perseguidos,

á

quienes se dirigia esta carta, podian

tal vez imaginarse que no sucedia lo mi mo con las demas

iglesi1s, y que quizá gG-earian de la. paz_ de que éllos se

veían privados; lo gue sin duda hubiera aumentado su

consuelo. El Apóstol

~es

de•iimpresiona de esta falsa ima–

ginacion,

y

les en

ña

qu~

la

per ~ecucion

que les levantan

el mundo

y

el demonio , es comun

á

todos los fieles es–

parcid,os sobre la tierra.

Scientes eamdem passionem ei,

qua? rrmnrj.o est, vestrce; ,fraternita t i fieri:

Sabed que las

mismas cosas tienen que sufrir vu.estros hermanos que

están esparcidos por el mundo.

Pero

no os desanimcis co–

mo si esruviérais solos en el combate. Jesucristo está

á

vuestra cabeza;

y

todos vue ·rros hermanos en donde quie·

ra que estén co.r;nbaten con vosotros ,

y

tienen Jos mis–

mos enemig0s que vencer.

i

Sería r.azon, e_staríais conten–

tos en la inaccion ,. mientras que toda la Iglesia

~e

Jesu–

cristo está peleando con el enemigo , con todas las po–

testades de las tinieblas? El cristianismo no quiere almas

floxas

y

cobardes. Toda la vida del hombre sobre la tierra

es, segun Job, una guerra ·c.ontínua. No puede haber paz

ni treguas con unos enemigos que con nada menos se

conte

ntan que con vuestra alma. Vivimos entre riesgos;

has.ta

la muerte estarémos en pais enemigo; es pre_ci o es–

tar co

ntinuamente con las armas en la mano para pelear

y

defendernos; el cielo no

es

sino la recompensa de los

victqriosos. La carne , las pasiones , las tentaciones que

nacen en nuestro propio terreno, son ene1nigos tanto mas

peligro os , cuanto son unos enemigos domésticos, que

alimentamos y mantenemos posotros mismos. Nuestro

p ropio corazon nos hace traicion, nuestros sentidos están

de inteligencia con nuestras pasiones, tenemos que pelear

contra nosptros mismos (

2.

Tim.

3.);

y

es cierto que to·

dos los que quieren

vivir

devotamente

,

segun Jesucri.fto,

padecerán persecucion.

Pero Dios, autor de toda gracia,

que nos llamó en Jesucristo

á

su eterna gloria, nos hará

perfectos, firmes é incontrastables, de pues que hubiére·

mos padecido algun ·tanto:

Deus autem omnis gratice,

l)Ui

vocavit nos in cetefflam suam gloriam

fo

Christo

Je–

su,

modicum passos ipse perficiet

,

confirmabit, solidabit–

que.

Llama el Apóstol

á

Dios autor de toda gracia; es

decir, de todo don perfecto , de todas las gracias que ha