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DE ADVIENTO.
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x.o el
pretexto de una salud necesaria en
su
imaginacion
á la gloria de Dios. El artificio de su amor propio es tan·
ingenioso, que lisonje·an de darlo todo á Dios, aun cuando
nada se niegan á si mismos. De aquf esas contínuas atencio–
nes
á
todo lo que Ruede acomodarlos ó incomodarlos; de
aquí esa
extre~ada
delicadeza sobre todo lo que imaginan
que les es debido; de aquí esa reserva e11tudiada para mo–
derar el trabajo, midiéndolo siempre segun su humor
y
su
amor propio; de aquí en fin esa vida enteramente sensual,
ociosa, inmortificada,
y
tal vez enfadosa, que perjudica
tanto
á
la verdadera devocion,
y
que hace decir
á
los li -
bertinos que los devotos son los mas ·delicados, los mas
engreídos, los mas ociosos, los mas enfadosos, los menos
tratables. La vida sensual nunca fue vida cristiana.
i
Osa–
rán
llamarse devotos los que viven en las delicias
y
en
una sensualidacf
disfrazada~
Todavía es menos perdonable
la ilusion cuando la sensualidad -se reviste de la austeri–
dad de vida ,
y
penetra hasta el desierto. El estado reli–
gioso no pone
á
cubierto de este contagio. El amor pr¡pio
nos acompaña hasta en el claustro;
y
á pesar del rigordel
instituto, de
la
santidad de la profesion
y
de la severidad
de las reglas, ha hallado el secreto de desquitarse de las
obligaciones, de la violencia forzada
y
de la regularidad.
Ya se sirve de la delicadeza de complexion, ya de las pre·
rogativas del empleo, de la graduacion, de la reputacioo,
de, la edad para contemporizar con la sensualidad; y ora
sea por ardor , ora por habilidad, en lugar de tWla vida
penitente, austéra, mortificada, se vive una vida sensuql,
acomodada, ociosa, que una indulgencia forzada tolera,
pero que Dios condena,
y
castigará. ¡Buen Dios!
í
qué se
puede esperar de una vida
sensual~
una muerte triste, una
muerte muy amarga.
No permitais, Señor, que todas estas reflexiones me
sean inútiles.
Y o.séque la vida de un
cristia~o
debe ser
humilde, laboriasa, penitente.
Y
o propongo firmemente
tener desde hoy una vida cristiana: concededme, Señor,
la gracia de que .lo sea igualmente mi muerte.
JA C
tJ
LATO RIA S.
Legem pone mihi
,
Domine, viam justificationum tuarum, et
exquiram eam semper.
Salm.
u8.
Tom. L
C
..
.
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