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DE ADVIENTO.

33

x.o el

pretexto de una salud necesaria en

su

imaginacion

á la gloria de Dios. El artificio de su amor propio es tan·

ingenioso, que lisonje·an de darlo todo á Dios, aun cuando

nada se niegan á si mismos. De aquf esas contínuas atencio–

nes

á

todo lo que Ruede acomodarlos ó incomodarlos; de

aquí esa

extre~ada

delicadeza sobre todo lo que imaginan

que les es debido; de aquí esa reserva e11tudiada para mo–

derar el trabajo, midiéndolo siempre segun su humor

y

su

amor propio; de aquí en fin esa vida enteramente sensual,

ociosa, inmortificada,

y

tal vez enfadosa, que perjudica

tanto

á

la verdadera devocion,

y

que hace decir

á

los li -

bertinos que los devotos son los mas ·delicados, los mas

engreídos, los mas ociosos, los mas enfadosos, los menos

tratables. La vida sensual nunca fue vida cristiana.

i

Osa–

rán

llamarse devotos los que viven en las delicias

y

en

una sensualidacf

disfrazada~

Todavía es menos perdonable

la ilusion cuando la sensualidad -se reviste de la austeri–

dad de vida ,

y

penetra hasta el desierto. El estado reli–

gioso no pone

á

cubierto de este contagio. El amor pr¡pio

nos acompaña hasta en el claustro;

y

á pesar del rigordel

instituto, de

la

santidad de la profesion

y

de la severidad

de las reglas, ha hallado el secreto de desquitarse de las

obligaciones, de la violencia forzada

y

de la regularidad.

Ya se sirve de la delicadeza de complexion, ya de las pre·

rogativas del empleo, de la graduacion, de la reputacioo,

de, la edad para contemporizar con la sensualidad; y ora

sea por ardor , ora por habilidad, en lugar de tWla vida

penitente, austéra, mortificada, se vive una vida sensuql,

acomodada, ociosa, que una indulgencia forzada tolera,

pero que Dios condena,

y

castigará. ¡Buen Dios!

í

qué se

puede esperar de una vida

sensual~

una muerte triste, una

muerte muy amarga.

No permitais, Señor, que todas estas reflexiones me

sean inútiles.

Y o.sé

que la vida de un

cristia~o

debe ser

humilde, laboriasa, penitente.

Y

o propongo firmemente

tener desde hoy una vida cristiana: concededme, Señor,

la gracia de que .lo sea igualmente mi muerte.

JA C

tJ

LATO RIA S.

Legem pone mihi

,

Domine, viam justificationum tuarum, et

exquiram eam semper.

Salm.

u8.

Tom. L

C

..

.

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