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DE ADVIENTO.
,, lacion babia hecho nácer entre los judíos
y
los gentiles
,,convertidos á la
fe.
Aquéllos se gloriaban de las prome- -
,,sas que Dios habia hecho
á
sµs padres de darles el Me-
" sías que sería de su nacion. Estos echaban en cara
á
los
,,judíos la horrenda ingratitud de haber quitado la vida
á
,, su Redentor. San Pablo hace comprender
á
los unos
y
,, á
los 6tros que todo lo deben
á
la gracia
y
á
la miseri-
" cordia del Señor."
T
REFLEXIONES.
odas las cosas que están escritas, se escribieron
para
nuestra instruccion.
i Pero se saca el dia de hoy muchó fru–
to de tantas saludables instrucciones como hay en la Es–
critura? Nada mas expreso en los libros santos que el va–
cío de los
bie~s
criados, que el falso resplandor de las
honras, que el veneno de esos deleytes engañosos, segui–
dos siempre de un cruel arrepentimiento, siempre fatales
al alma: nada mas expreso en las Escrituras que las venta–
jas y el mérito de los trabajos
y
de las humillaciones. )lada
está condenado y proscripto con amenazas mas terribles
que la vida deliciosa.
Dios
no se ha contentado con hacér–
noslo decir por los profetas
y
por los,apóstoles : el Hijo
de Dios ha venido
á
darnos por sí mismo estas importan–
tes lecciones, y ha empezado
á
instruirnos con su exem–
plo:
Erudiens nos.
iPero es muy crecido el número de los
que se aprovechan de sus instrucciones
y
siguen sus máxi–
mas? Jamas hubo tantos libros como al presente. el exem–
plo de tantos santos de la misma edad , de la misma condi–
cion que nosotros, es una bella leccion: los mismos suplicios
con que Dios castiga todos los dias nuestra indocilidad por
medio de tantos azotes , son en los designios de este Padre
de las misericordias otros tantos avisos saludables que
nos tocan muy de cerca; i pero qué impresion hace todo
esto el dia de hoy en el espíritu
y
en el corazon de la r:na–
yor parte de las gentes del mundo?
i
Las personas rnli–
giosas, estos di scípulos de
Jesu~risto,
esta porcion esco–
gida del rebaño es por ventura mas dócil
á
su voz?
i
si–
gue siempre sus consejos? zlos fieles siguen siempre sus má·
ximas ?
i
el espíritu del evangelio anrma hoy
á
todos los
cristianos ? i el espíritu del mundo no se insinua alguna
vez en el claustro
y
hasta en el mismo
santuario~
Ningun