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242
VIERNES
de los que le ofenden. No amar sino
á
los que os aman,
no es un acto digno de gran recompensa; es hacer lo que
esos publicanos y usureros, cuya profesion condenais,
y
cuyas injusticias detestais todos los dias
iQué
pecador hay,
qué bárbaro, q1:1e 'no ame á quien le ama,
y
que n0 pres–
te
á
aquellos que cree le pueden paga_r un grueso
interes~
Si vosotros no haceis mas que esto,
iCÓmo
os estarán obli–
gados los hombres, y qué mérito esperais tener para con
Dios~
Finalmente, si no saludais sino á los de vuestra na–
cion, como la mayor parte de los judíos acostumbraban
hacer, esto no es mas que una decencia
y
hombría de bien
puramente civil, no es mas que una virtud pagana. Sed,
pues, perfectos, corno lo es vuestro Padre ceJestial, dice
el Salvador: imitad en la práctica de vuestra caridad la
conducta de vuestro Padre celestial,
p~curad
·en cuanto
lo permita vuestra flaqueza aspirar á lo mas alto y ele–
vado que hay en la virtud. El exemplo de los
s~ntos
nos,
et-?anta, y desesperamos poder llegar adonde ellos llega–
rcfo: ved aquí otro modelo que Jesucristo nos propone,
dándonos la perfeccion del mismo Dios por regla de la
nuestra, para enseñl rnos con la infinita sublimidad del
modelo, que con la ayuda de la gracia debemos aspirar
contínuamente á una mas alta virtud.
Como la hipocresía mas peligrosa es aquella que se
disfraza con la cara de piedad,
y
como ninguna cosa apar–
ta t
· · ~·rl,f;!
la salvacion como una devocion fingida,
el
Salva or
a recomienda tanto, ni tan á menudo
á
sus
discípulos, como el que se guarden del deseo de la vana–
gloria
y
de a vil pasion de querer parecer mas buenos de
lo que son: guardáos de hacer delante de los hombres vues–
tras buenas obras con el fin de ser vistos de éllos: si así
lo
hiciéreis, no espereis recompensa alguna de vuestro Pa–
dre celestial. ¡Buen Dios, cuántas acciones santas en la
apariencia se encontrarán perdidas para el cielo por no
haber estado animadas de una intencion pura y recta! Aquel
y
aquellas pasan la vida en exercicios de piedad
y
de ce–
lo;
y
á la hora de la muerte oirán que se les dice: Ya ha–
beis recibido vuestra recompensa. Aunque hubiéseis tenido
el don de profecía y de milagros, si os falta la pureza de
intencion,
~e
os dirá : Retiráos, no sé quiénes sois, no os
c0nozco.
Cum
ergo facis etee·mosynam, noli tuba canere an-