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DESPUES DE CENIZA.
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el corazon lo que nos impide el que le encontremos; mien–
tras que nos apartamos cada día mas de él por el desreglo de
nuestro corazon, y por la conducta inicua que observamos.
Me etenim de die in diem qucerunt:
me buscan sin querer
encontrarme, porque no quieren domar esas pasiones que
los dominan, ni reformar esas costumbres tan poco reli–
giosas,
qq~
los hacen cada dia mas delincuentes
á
mis ojos.
Me de die in diem qucerunt.:
Me buscan; pero de un di a
para otro, guardando siempre para otro dia su conversion•
.S cire vias meas volunt:
dicen que quieren conocer mis
caminos, saber
mi
voluntad, aprender lo que mando, y lo
que pido; devocion puramente especulativa, conocimien-
to infructuoso, vanos y frívolos deseos: querémos saber los
caminos de Dios ,
i
por ventura es para seguirlos?
i
y
de
dónde nace, qup nos alejemos tanto de éllos? El evange–
lio nos enseña demasiado estos caminos ·del Señor; pocos ·
los ignoramos, todos los días nos los predican. Confese–
mos que el alejarnos de éllos no es por ignorancia, sino
por pura malicia, y por un espíritu de libertinage. Qlie–
rémos conocer los caminos de
Dios,
y por eso busca1bos
directores sabios,
y
doctores há hiles. Pero si este deseo es
sincero,
i
de dónde nace que saquemos tan poco fruto de
tantas direcciones?
Appropinquare Deo volunt:
querémo
acercarnos
á
Dios. Ninguna cosa mas loable que este ar–
diente deseo de la perfeccion; ¿pero ignoramos que solo
podemos santificarnos con la inocencia, con la p1 ·eza de
corazon, con la victoria de todas las pasi .
n
la
regularidad de las éostumbres, con el exerc o de la pe–
niteacia?
i
ignoramos que es indispensable
/í
apartarnos
del mundo, si queremos sinceramente acercarnos á
Dios~
iMas por qué hemos ayunado, sin que vos os hayais
dignado mirarnos y atendernos, dicen á Dios esas almas
tibias
é
imperfectas, esas gentes que solo son devotas de
deseo?
Quare jejunavimus, et non aspexisti?
Hemos hu–
millado nuestras cabezas baxo de la ceniza; nuestro ay–
re
y
nuestra modestia son la prueba de nuestra humilla–
cion; y vos no· habeis querido atender , ni habeis hecho
cuentas de nuestras humillaciones:
Hwniliavirnus animas
nostras et necisti.
¡Ay de aquel, á quien se le puede ha–
cer esta reconvencion
!
Tal es la lastimosa suerte de los
hereges,
de
los cismáticos,
de
los hipócritas, y
de
todps