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DE SEPTUGÉSl,MA.

·153

tas,

y

particularmente

á

muchos religiosos,

á

comenzar el

tiempo de penitencia desde la Septuagésima, segun Pedro

de Blois, comenzando tambien su ayuna, y doblando las

exercicias de penitenda desde este dia :

J ejunium quadra–

gesimale regulares crenobitte incipiunt

a

Septuagesirna.

Es

~ierta

que la intencian de la Iglesia es inspirar

á

todos los.

fieles el espíritu de penitencia y de mortificadon; sobre to–

do desde la Septuagésima, en que cesa de cantar la aleluya

hasta Pascua; prohibiéndose todo cántico de alegría, pa..

ra estar en todo este santo tiempo en el duelo de la pe–

nitencia. Este espíritu de la Iglesia ha movido al demonio;

siempre opuesto al espíritu de Jesucristo, á introducir err

el mundo un uso y unas costumbres profanas,

y

entera–

mente contrarias. Para impedir esta preparacion

á

la

pe~

nitencia

esimal, ha establecido el demonio el Car-.

naval en

f.

po mismo destinado á la penitencia; y ha

convertiáo un tiempo tan santo en días de disolucion y des–

templanza. Cuanto mas cerca estamos de este santo tiemp0.

d,e Cuaresma, tanto mas nos debemos dar

á

la dev , ion

segun la intencion de la Iglesia; pero el dia de

h,y

-

-an-.

to mas nos acercamos

á

este santo tiempo , mas nos

an-:

denamos

á

las diversiones profanas, y

á

unas disoluciones

del todo paganas. La Septuagésima , esta primera época de

los dias de penitencia, ha venido

á

ser, por decirlo ad, el

?nuncio de las mas licenciosas fiestas y de los

as desre–

glados placeres. Por mas que la Iglesia se deshag

n lágri- .

mas

y

en gritos de -penitencia en los oficios de est

iempo,

~e

dexa que -gima, y miéntras tanto se derraman '

un–

danos y se abandonan

á

todo género de fiestas

y

de alegrías

insensatas. El espíritu del mundo ha prevalecído; sus per–

niciosas máximas gozan el dia de hoy título de leyes; la1

costumbre parece haber prescri pta. Pero al fin , el espíri- .

tu de Jesucristo yel de la.Iglesia siempre es el mismo. Pon

mas que toda carne haya corrompido sus caminos, la Sep–

tuagésima ·viene todos los años

á

predicarnos la necesidad

i.ndispensable de la penitencia•.

·¡Ay

de aquellos que hacen

de élla la época de .sus placeres criminales

y

de su conde-,

ijacion

!

;

. La epístola que la Iglesia, h_ace leer en la

mis~

este

di~

e~

muy

á

·propós~ro.

para

apart~r

á

lps fieles de esos pla-:

cer~s

Jan. poco cpsuanos ,_de .esas.

c~nas· ~untuosas,

y

de

esa~