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DOMINGO
sotros hemos sufrido todo el calor del mediodía; éllos no
han hecho mas que presentarse, nosotros hemo traba–
jado,
y
sudado doce horas; i qué proporcion hay" entre
nuestro trabajo
y
el suyo? y con todo vmd. nos hace
á
todos igualmente en la paga. Amigos, les re pondi6 el pa–
dre de familias, no os hago el menor agravio: el denario
que os doy, es todo lo que se os debe por vuestro jornal;
en esto nos hemos convenido: si yo quiero dar á e tos úl–
timos tanto como
á
vosotros, ies haceros inju ticia el ser
liberal con éllos? i no
soy
dueño de mi dinero?
i
no pue–
do disponer de él á mi arbitrio? ipor qué habeis de mi–
rar con ojos malignos y envidiosos el bien que se hace
á
vuestros próximos, como si os robaran á vosotros lo que
se da á éllo
?
iacaso vuestra malicia me ha de impedir el
que
yo
sea bueno?
En verdad os dis;o,
co
· ,,.,el Salva–
dor,
que muchos que vendrán los iUtimos oca ar
ii
los pri–
m-eros puestos
;
porque muchos son los llamados
,
y
poc~
los
escogidos.
No hay cosa mas clara que el sentido de
~sta
par . ola.
, "dre de familias es Dios, el cual desde que empie–
za
á
ayar en nosotros el uso de la razon nos convida co–
mo desde la punta del dia
á
trabajar en su viña; es decir,
á
cultivar nuestra alma con las vircudes: se conviene con
nosotros en el salario; esto es, en darnos su gloria al fin de
la vida, 1 .que no es mas que un dia en comparacion de la
eternida
r;-
Pocos hombres hay tan felices, que trabajen en
su
sal
u
.ton desde el momento que pueden hacerlo. No hay
eda
~ue
no debamos trabajar en nuestra salvacion. El
Salvador, que quiere la salvacion de todos los hombres, ha
querido excitar la confianza de los mayores pecadores;
y
aun de aquellos que habiendo pa ado toda su vida en los mas
horrendos de
órdene~,
y en el mas profundo olvido de Dios,
se encuentran en la última hora. Esta parábola les en eña,
que jamas deben desesperar de la misericordia de Dios ,
aunque se hayan envejecido en el pecado, <;on tal que se
vuelvan de veras á Dios por tarde que sea. A la verdad las
conversiones hechas al caer el día son raras; y aun serian
muy dudo as, por no decir falsas, si se perseverara en el
delito con la esperanza presuntuosa de convertir e en sus
últimos dia ;
i
pero se ha llegado al fin del dia? todavía
se está
á
tiempo de recibir la recompensa, con tal que se