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158

DOMINGO

sotros hemos sufrido todo el calor del mediodía; éllos no

han hecho mas que presentarse, nosotros hemo traba–

jado,

y

sudado doce horas; i qué proporcion hay" entre

nuestro trabajo

y

el suyo? y con todo vmd. nos hace

á

todos igualmente en la paga. Amigos, les re pondi6 el pa–

dre de familias, no os hago el menor agravio: el denario

que os doy, es todo lo que se os debe por vuestro jornal;

en esto nos hemos convenido: si yo quiero dar á e tos úl–

timos tanto como

á

vosotros, ies haceros inju ticia el ser

liberal con éllos? i no

soy

dueño de mi dinero?

i

no pue–

do disponer de él á mi arbitrio? ipor qué habeis de mi–

rar con ojos malignos y envidiosos el bien que se hace

á

vuestros próximos, como si os robaran á vosotros lo que

se da á éllo

?

iacaso vuestra malicia me ha de impedir el

que

yo

sea bueno?

En verdad os dis;o,

co

· ,,.,el Salva–

dor,

que muchos que vendrán los iUtimos oca ar

ii

los pri–

m-eros puestos

;

porque muchos son los llamados

,

y

poc~

los

escogidos.

No hay cosa mas clara que el sentido de

~sta

par . ola.

, "dre de familias es Dios, el cual desde que empie–

za

á

ayar en nosotros el uso de la razon nos convida co–

mo desde la punta del dia

á

trabajar en su viña; es decir,

á

cultivar nuestra alma con las vircudes: se conviene con

nosotros en el salario; esto es, en darnos su gloria al fin de

la vida, 1 .que no es mas que un dia en comparacion de la

eternida

r;-

Pocos hombres hay tan felices, que trabajen en

su

sal

u

.ton desde el momento que pueden hacerlo. No hay

eda

~ue

no debamos trabajar en nuestra salvacion. El

Salvador, que quiere la salvacion de todos los hombres, ha

querido excitar la confianza de los mayores pecadores;

y

aun de aquellos que habiendo pa ado toda su vida en los mas

horrendos de

órdene~,

y en el mas profundo olvido de Dios,

se encuentran en la última hora. Esta parábola les en eña,

que jamas deben desesperar de la misericordia de Dios ,

aunque se hayan envejecido en el pecado, <;on tal que se

vuelvan de veras á Dios por tarde que sea. A la verdad las

conversiones hechas al caer el día son raras; y aun serian

muy dudo as, por no decir falsas, si se perseverara en el

delito con la esperanza presuntuosa de convertir e en sus

últimos dia ;

i

pero se ha llegado al fin del dia? todavía

se está

á

tiempo de recibir la recompensa, con tal que se